Lunes, 21 de Octubre 2024

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Por: EL INFORMADOR

“ Placas de nomenclatura”

¿Ya vio qué bonitas quedaron las nuevas placas que identifican las calles de nuestra ciudad?, placas que sin duda serán parte del orguyo, que no orgullo, tapatío. Lástima que como aquí no hay quien sepa hacerlas, las tuvieron que mandar hacer fuera de aquí, si alguien supiera hacerlas seguramente hubiera sido apoyado por el gobierno que anunciaba su apoyo a las empresas de nuestro Estado, en el que nuestra ciudad está situada, ahora que si los de aquí no cuentan con la tecnología de punta necesaria para hacer placas como ésas, pues que se frieguen. Las nuevas están hechas por una entidad probada, muchísimos ayuntamientos gobernados por los azules han encargado ahí sus placas y con eso queda acallada cualquier sospecha de diezmo.

Como son foráneos, pues no conocen nuestra ciudad y es normal que tengan pequeños errores ortográficos, ya que resulta claro que en Puebla, por decir un lugar, se escriben las cosas de forma diferente que aquí. No pueden saber que la calle Tolsa se llama así por la huerta que tenía en ese lugar un señor de ese apellido, y no por el arquitecto Tolsá, pero son pequeñeces. También lo es que las direcciones de circulación no sean lo uniformes que se quisiera, así la calle Santa María en su primera etapa que empieza en López Mateos, atrás de Banamex, la circulación es de oriente a poniente, la segunda parte de poniente a oriente, lo mismo que la tercera que está entre Isabel la Católica y Napoleón, ésta me lo explico porque se pensó en esa dirección para que la gente no pueda dar la vuelta al parque y en la siguiente parte de la calle el tráfico es de oriente a poniente; aunque no creo que los señalamientos sean obligatorios ahora que vamos a peatonalizar toda la ciudad. Les será difícil a los fuereños entender que la calle Conchita es por doña Concepción Armida, y no es por las conchitas; podría dar muchos ejemplos, pero no deseo agobiarlo. En fin, pequeñas incorrecciones, aunque hay otras no tan pequeñas.

Me escribe mi solitario lector el doctor Roberto Aceves Hernández, quien resulta afectado porque le cambiaron toda su vida. Agradezco su correo. Resulta que el doctor nació y estudió por la calle de Medrano y cuya calle fue nominada así porque ahí estaba la residencia del Oidor don Francisco de Medrano ( fíjese qué chistoso les decían a los gobernantes, porque se supone que estaban para oír a la gente), éste construyó el primer palacio de gobierno de la Nueva Galicia, su casa estaba más o menos donde es la Arena Coliseo. A su muerte tuvo diferentes usos y terminó siendo habitación de los gobernadores en el siglo XVII. Se utilizó como mesón, conocido como  el Mesón de Medrano, fue derruido en 1936.

En 1643 sucedió una tragedia en ese palacio. Lo habitaba la familia del Oidor don Francisco Pareja, decano de la Audiencia de Nueva Galicia, estaba enfermo cuando le avisaron que su hijo el sacerdote Diego Pareja fue asesinado y encontrado muerto en un arroyo cercano, cuando venía de oficiar una misa de bodas. Para acabarla de amolar, el oidor tuvo la idea de sacar a su hija Ana del Convento de Santa María de Gracia, donde vivía desde los 11 años, y la sacó para casarla con un rico heredero, posiblemente porque la chica tenía vocación de monja y no de casada, e intentó suicidarse, en una ocasión trató de saltar del balcón de la recámara paterna, el padre trató de detenerla y cayeron ambos saliendo peor librado el progenitor. Poco después Ana se suicidó colgándose de uno de los balcones del palacio.

Están enterrados en San Francisco. Por eso al inmueble también se le ha llamado el Palacio de la ahorcada, el Palacio de Oñate y el Palacio de Medrano.

Por eso se llama Medrano la calle, pero qué cree, que eso lo sabemos los de aquí, y no importa a los de fuera, pues algún gobierno —ya sabemos que todos son lo mismo— por ignorancia, negligencia, dejadez o lo que usted guste, según mi lector le cambiaron a la calle el nombre del homenajeado, así, si usted después de lo que he narrado cree que la calle se llama así por el Oidor don Francisco de Medrano, o por su palacio, se equivoca de todas, todas, gracias a la munificencia de algún o algunos burócratas (regidores incluidos) que cambiaron el homenajeado y pusieron en su lugar —cómo sospecharlo— a un político llamado Federico Medrano Valdivia, que era como la flor de té, nadie sabe de dónde vino, ni se sabe dónde nació ni cuándo. Desde luego que nunca vivió, y posiblemente ni siquiera conoció nuestra ciudad, vivió en San Francisco del Rincón, de lo que ciertamente no podemos culpar a Fox ni a la linda Martita, que por los tiempos en que vivió este sujeto aún eran niños o no habían nacido.

Resultaría conveniente que los encargados de nomenclatura compraran cuando menos el Diccionario Biográfico de México de Porrúa; y no les haría daño conocer algo de esta ciudad, y mi amable lector recomienda con gran acierto la Guia y álbum para los viajeros edición facsimilar de la del licenciado José Villagordoa, que publicó la CANACO. Las ediciones del desaparecido Banco Industrial de Jalisco llamadas El San Juan de Dios, Rio de Guadalajara, del fallecido cronista Juan López Jiménez, y Guadalajara de ayer, de don Arturo Chávez Hayhoe, de esa manera errarán menos.

CARLOS ENRIGUE / Abogado.
Correo electrónico: ayerdeciamos@hotmail.com

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