Lunes, 28 de Abril 2025

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“Aromas mejores...”

Por: EL INFORMADOR

ENTRE VERAS Y BROMAS                

—Es que Diosito nos quiere mucho...

La frase, soltada al vuelo, coronó la animada conversación que sostenían, la tarde de ayer, bajo la llovizna que envolvió a Guadalajara en un ambiente londinense, algunos turistas con algunos lugareños. Los primeros arribaron con la Ruta Ciclista que precisamente ayer hizo escala en ésta que fue tierra de excelentes pedalistas (Federico Ángel, Rafael Vaca, Ángel “Zapopan” Romero, el “Borrao” Zepeda...), cuando la Vuelta Ciclista de México rivalizaba —guardadas las distancias— con el Tour de France, el Giro D’Italia y anexas. Los segundos tomaban providencias para “El Grito”: ante la perspectiva de que la verbena, los consabidos juegos pirotécnicos y demás resultaran pasados por agua, buscaban lugares estratégicos para disfrutar la fiesta. En familia, desde luego.

—II—

Incómodos porque ni las condiciones de luz, ni el cielo cenizo eran las ideales para tomar fotografías, y la transformación de dos de las principales plazas del Centro —la de Armas y la Guadalajara (antaño “de Los Laureles”)— en sendos tianguis de fritangas, más la omnipresencia de policías por todos los rincones, tampoco constituían la escenografía deseable para llevarse estampas de edificios y espacios públicos del primer cuadro de la otrora “Perla de Occidente”, querían saber los visitantes “si diario es así”. Los segundos, un tanto mosqueados, daban explicaciones: antaño era mejor; de pocos años a la fecha, alguien tuvo la infeliz ocurrencia de permitir —cobrando el correspondiente “derecho de piso”, por supuesto— que centenares de comerciantes arrebataran las plazas a los viandantes y las transformaran en una lamentable cenaduría  que desvirtúa, al despojarla de un entorno que la haga amable, cómoda, apetecible, la tradición de aquellas fondas de barrio en que de las ollas en que hervía el pozole y de la
s sartenes en que se freían sopes, flautas y enchiladas, emanaban, en toda la extensión de la palabra, seductores, irresistibles aromas, y no las miasmas —perdón por el vocablo— actuales.

—III—

—¿Y cómo es que no han tenido una epidemia de cólera o una tragedia con tantas fritangas al aire libre? —quiso saber uno de los visitantes.

Y fue cuando el lugareño le contestó:

—Es que Diosito nos quiere mucho...

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