Martes, 15 de Julio 2025

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— “¡Auxilio...!”

Por: EL INFORMADOR

ENTRE VERAS Y BROMAS                 


Desde que surgió el proyecto de unir, por tierra, al núcleo urbano más importante de Jalisco —obviamente, la Zona Metropolitana de Guadalajara— y el destino turístico más importante del Estado —Puerto Vallarta—, sin tener que pasar por otro Estado —Nayarit, en el caso—, se pensó en San Sebastián del Oeste. Igualmente se advirtieron, ipso facto, pros y contras. Entre los primeros, la posibilidad de sacar de su relativo y quizás hasta voluntario aislamiento a una de las mayores aproximaciones al paraíso terrenal detectadas en Jalisco y que se ha  mantenido, por décadas (cuando no por centurias) “fiel a su espejo diario” —que diría Ramón López Velarde—, precisamente porque es un sitio que el humorista uruguayo Juan Verdaguer retrataría así: “Es un lugar en que la mano del hombre aún no ha metido el pie”. Entre los segundos, la amenaza de que el progreso lleve la contaminación, el deterioro y, al cabo, la ruina a esa población.

—II—

Mientras el uso de la nueva ruta se vuelve sistemático, ya se mueven voluntades al efecto de que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura) considere la posibilidad de agregar a San Sebastián del Oeste a la lista de sitios mexicanos declarados “Patrimonio de la Humanidad”. A pesar de las pruebas de que el vandalismo es uno de nuestros deportes nacionales predilectos, tanto las ruinas arqueológicas trabajosamente salvadas de la depredación, como en los centros históricos de Guanajuato, Zacatecas, Morelia, Oaxaca, Puebla, etc., e incluso maravillas naturales como el Santuario de las Ballenas en El Vizcaíno y las islas y áreas protegidas de Baja California, han conseguido esa etiqueta. Jalisco contribuye a ese patrimonio con dos espacios: el ex Hospicio Cabañas, desde 1997, y el paisaje agavero y las antiguas haciendas y destilerías de Tequila.

—III—
Antes fueron los esfuerzos porque se incluyera al entonces agonizante Lago de Chapala en esa lista. Ahora se pretende que una declaratoria similar —con los consiguientes apoyos económicos— beneficie a San Sebastián del Oeste...

El mensaje es claro: urge que entre al quite la UNESCO para salvar a esos lugares. Dejarlos en nuestras manos es condenarlos a una muerte lenta, dolorosa... y segura.

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