Lunes, 03 de Noviembre 2025
México | LOS ANTEOJOS DE BASKERVILLEPOR CARLOS LARA G.

Daltonismo ideológico

La vida legislativa del Partido Acción Nacional (PAN) inició en 1946 proponiendo la reforma del sistema educativo desde el Artículo Tercero constitucional

Por: EL INFORMADOR

La vida legislativa del Partido Acción nacional (PAN) inició en 1946 proponiendo la reforma del sistema educativo desde el Artículo Tercero constitucional. Años atrás, Manuel Gómez Morín ya trabajaba en un documento titulado “Acción Nacional, libertad de enseñanza y reforma constitucional”, fechado en 1941. En él se señala que corresponde a los jefes de familia el derecho de educar a sus hijos y rechaza la imposición de uniformidad en estudios y métodos de enseñanza. Una tesis fundamental del PAN en la materia. En las siguientes plataformas políticas siempre se fijó el mismo objetivo: reformar el Artículo Tercero, impulsar un sistema educativo que evitara el monopolio y las “orientaciones educativas facciosas”, establecer un sistema de enseñanza basado en los derechos de los padres de familia a participar en la educación de los sus hijos, limitar la intervención del Estado y fomentar la iniciativa privada en materia educativa. “Abolir la explotación de las labores educativas y culturales del Estado para fines políticos y de propaganda”, fue el objetivo más consistente.

La Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito (Conaliteg) fue parte de dichos fines políticos y propagandísticos. El PAN siempre reconoció su gratuidad y gran labor educativa, pero también lamentó y criticó el dirigismo estatal que promovía. Sin embargo, el miércoles pasado, en el marco de los 50 años de la Conaliteg, el secretario de Educación y el Presidente Felipe Calderón, en medio del daltonismo ideológico que aqueja al PAN, no dejaron de elogiar a la Comisión. El Presidente dijo que se trataba de “un don que el pueblo de México hace a sus hijos”; una gran institución “que ha mejorado la vida de millones de mexicanos al abrirles la puerta del conocimiento”. Señaló además, que las palabras de López Mateos y Torres Bodet al impulsar dicho proyecto eran vigentes. No quiero escuchar el discurso fúnebre para la maestra Elba Esther.

La Conaliteg terminó en lo mismo que el muralismo. Vasconcelos lo concibió como parte de una estética, de una mística, de su monismo estético. Sin embargo, terminó en la nefasta “cultura del mural” que nos inculcó desde las aulas escolares, a través de los libros de texto gratuitos (siempre únicos) el evangelio de la Revolución, que fijó en generaciones de mexicanos sólo la visión de los vencedores y vencidos. Esta concepción guerrera del mural del todo o nada que señala Carlos Castillo Peraza, padre ideológico del Presidente Calderón, por cierto, compilado por el secretario Lujambio, debía abrir espacios para urdir una oposición con garantías mínimas de organización. Se trata, dice el ideólogo, de “salir del mural”, conscientes de que cambiar a México no consiste en invertir cromáticamente los colores del lienzo, sino salir de él. ¿Será que el Presidente y el secretario prefieren seguir dentro del lienzo, en la cultura del mural? ¿Será daltonismo ideológico?

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