Jueves, 18 de Abril 2024
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Internacional

Las FARC, medio siglo de conflicto y heridas abiertas

El movimiento nace en 1964 como resultado de un conflicto agrario; en 2017 se firmó la paz y la guerrilla se convirtió en partido político

El Informador

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron la guerrilla más notoria de ese país hasta que se transformaron en partido político, en 2017. El Departamento de Estado de Estados Unidos llegó a describirlas como el movimiento rebelde de orígenes marxistas más grande, antiguo, mejor equipado y con mayor alcance de toda América Latina.

Según Ignacio Medina Núñez, profesor investigador del Colegio de Jalisco, el conflicto en Colombia, al igual que en otros países de América Latina, es de naturaleza agraria. El grupo armado tuvo su origen como un movimiento de autodefensa en la década de los cuarenta, después del asesinato del caudillo liberal, Jorge Eliécer Gaitán, en 1948. Su muerte provocó una oleada de acciones armadas campesinas que desembocó en la llamada Guerra de Villarrica.

“Empezó una guerra ya no solamente política, sino abierta, de asesinatos entre liberales y conservadores. En el fondo se trataba de un conflicto por la Reforma Agraria. En México también lo resolvimos de manera violenta con la Revolución Mexicana, y este es un problema que se ha dado en muchos países de América Latina”, contó.

Las acciones del Ejército Colombiano durante el conflicto obligaron al desplazamiento de los campesinos supervivientes a las zonas selváticas de Colombia, donde conformaron “repúblicas independientes”: áreas controladas por la guerrilla que desconocen la autoridad del Estado colombiano.

Algunas de esas “repúblicas”, inspiradas por el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, evolucionaron en las FARC, movimiento que nació en 1964. Durante décadas, las FARC trabajaron bajo un discurso revolucionario que afirma tener el objetivo de obtener el poder en Colombia para regresárselo a su gente.

Así, la organización mantuvo un conflicto abierto con el Gobierno colombiano que se extendió por décadas, a lo largo de las cuales la guerrilla realizó actividades militares y se involucró en secuestros, narcotráfico, extorsiones y otras actividades tanto con fines políticos como para autofinanciarse.

Fueron varias las ocasiones en las que el Gobierno de ese país intentó llegar a un acuerdo de tregua con las FARC. En 1984 se realizaron negociaciones que resultaron en la creación del partido político Unión Patriótica, que sirvió de brazo político para las FARC y otros movimientos armados, como el Ejército de Liberación Nacional, cuyos miembros fueron perseguidos y exterminados por grupos paramilitares de ultraderecha en la década de los ochenta y noventa.

Hubo otros intentos en 1991 y 1998, los cuales tuvieron poco éxito y no llegaron a un verdadero acuerdo sino hasta 2016.

PERFILES

Tres comandantes en jefe

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia fueron una organización con una compleja estructura jerárquica, con cabecillas en cada uno de los frentes que componían la guerrilla. No obstante, sólo tres personas ostentaron el máximo rango de comandante en jefe en la historia del grupo.

Pedro Antonio Marín, “Tirofijo” (1930-2008)

También conocido como Manuel Marulanda, fue fundador de las FARC, junto con Noel Matta Matta. Fue el primer comandante en jefe del grupo armado y estuvo a la cabeza durante más de cuatro décadas. Tomó su alias de un líder sindical comunista que fue asesinado por las autoridades colombianas durante el conflicto interno conocido como La Violencia (1948-1958). Dirigió el movimiento guerrillero FARC desde 1964 hasta 2008, año en el que murió el 26 de marzo por un paro cardiaco.

Guillermo León Sáenz, “Alfonso Cano” (1948-2011)

Luego de la muerte de “Tirofijo”, Alfonso Cano tomó el mando de la agrupación. Proveniente de una familia de clase acomodada con inclinaciones de izquierda, desde joven resaltó por sus habilidades intelectuales, lo que eventualmente lo llevó a ser considerado uno de los idéologos principales del movimiento. Fue militante de las Juventudes Comunistas de Colombia (Juco), lo que lo llevó a unirse a las FARC en la década de los setenta. Fue abatido en 2011 por el Ejército colombiano, durante la “Operación Odiseo”.

Rodrigo Londoño Echeverri, “Timochenko” (1959)

Tercer y último comandante máximo de las FARC. Heredó el mando de la organización luego de la muerte de Alfonso Cano. Es un médico formado en la Unión Soviética que entrenó militarmente en Yugoslavia y se sumó a las FARC en 1976. El 26 de septiembre de 2016 puso fin al conflicto armado junto con Juan Manuel Santos con la firma de los Acuerdos de La Habana. Participó como candidato a la presidencia colombiana por las FARC por un breve periodo en 2017, pero en marzo de 2018 desistió luego de requerir una operación a corazón abierto.

Los Acuerdos de La Habana y la victoria del “no”

Tras la llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia de Colombia, en agosto de 2010, comenzaron a surgir rumores que afirmaban que en Cuba se realizaban negociaciones clandestinas con la guerrilla de las FARC para lograr un acuerdo de paz.

Aunque al principio dichos rumores fueron negados, eventualmente los confirmó el presidente colombiano, Juan Manuel Santos. Las negociaciones culminaron en septiembre de 2016, cuando los Acuerdos de La Habana fueron firmados después de cuatro años de diálogo entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla, lo que dio inicio el cese definitivo al fuego. Así, concluyeron más de cinco décadas de conflicto.

El documento debía ser refrendado por la ciudadanía colombiana mediante un plebiscito que se celebró el 2 de octubre de ese año, pero en medio de un clima de incertidumbre, el resultado de la consulta ciudadana fue no apoyar el acuerdo de paz.

Ante eso, el acuerdo fue modificado tomando en cuenta las exigencias de los grupos de oposición. El acuerdo definitivo no demoró y fue firmado en Bogotá, capital esa nación sudamericana, el 24 de noviembre de ese mismo año.

De las armas… al Congreso

El 1 de septiembre de 2017, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia se convirtieron en la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. La guerrilla mantuvo sus siglas pero dejó de ser un movimiento armado y se transformó en un partido político.

La nueva fuerza política hizo su debut electoral en los comicios legislativos de 2018, donde sólo se hizo con 85 mil votos para las dos cámaras que componen el Congreso colombiano. A pesar de la baja votación, la FARC tiene cinco curules en cada instancia, las cuales están aseguradas por los próximos ocho años como parte del acuerdo de paz.

TELÓN DE FONDO

El secuestro de la candidata presidencial Ingrid Betancour, fue uno de los más mediáticos en los que estuvieron involucradas las FARC. NOTIMEX/Archivo

Ingrid Betancourt, seis años de cautiverio

El secuestro de la entonces candidata presidencial, Ingrid Betancourt, fue uno de los más mediáticos en los que estuvieron involucradas las FARC. Betancourt fue privada de su libertad el 23 de febrero de 2002 junto con Clara Rojas, quien fuera su jefa de debate.

En las semanas posteriores a su desaparición no se tuvo la certeza de que seguía con vida… sino hasta el 23 de julio del mismo año, cuando se reveló un video en el que se le mostraba. Otra grabación fue publicada en octubre de 2003 y en 2007 se dieron más pruebas de su supervivencia.

Los reportes al exterior siempre fueron que la excandidata vivía en una situación precaria y que llegó a intentar escapar en varias ocasiones; en una de ellas logró ocultarse por cinco días, pero fue recapturada.

El rescate de Betancourt se dio en 2008, producto de la “Operación Jaque”. A los guerrilleros se les hizo creer que la excandidata, junto con otras 14 personas secuestradas, abordaba un helicóptero de una ONG que en realidad no existía.

En 2010, la mujer levantó polémica después de que se dio a conocer que ella y su familia solicitaban una indemnización por más de ocho millones de dólares al Gobierno colombiano por los perjuicios que sufrió durante el cautiverio. Actualmente, Ingrid reside en Francia.

LA VOZ DEL EXPERTO

Difícil, marcha atrás al acuerdo de paz

Ignacio Medina Núñez (investigador del Colegio de Jalisco)

El acuerdo de paz alcanzado entre las FARC y el Gobierno colombiano llegó en 2016, durante la segunda mitad del mandato de Juan Manuel Santos y antes de la llegada al cargo de Iván Duque, quien ha expresado públicamente su oposición al acuerdo.

Medina Núñez, investigador del Colegio de Jalisco opinó que, aunque son de esperarse iniciativas del Gobierno de Duque en contra del acuerdo, es difícil echarlo para atrás porque en el Poder Legislativo existe un grupo considerable que está a favor.

Esta no es la primera ocasión en que las FARC se institucionalizan en las cámaras, pues en 1985 contaron con un brazo político en el partido Unión Patriótica, pero sus miembros fueron perseguidos y exterminados de manera sistemática.

El investigador consideró poco probable que se dé una situación similar debido a que las instituciones en los países latinoamericanos se han fortalecido con respecto a décadas pasadas.

“En América Latina, con cierta fortuna, hemos pasado cada vez más al fortalecimiento de gobiernos civiles. Hace 30 o 40 años, muchas de las disputas se resolvían a través de la confrontación armada o asesinatos selectivos”. En cambio, hoy “en Colombia poco a poco ha avanzado este clima de mayor negociación”.

Desaparecidos en un “mar de coca”

El Ejército de Liberación Nacional mantiene presencia en Catatumbo con disidencias de FARC. AFP/Archivo

Las plantas de coca casi cubren la pequeña cruz que guía hacia la fosa. Cuando arreciaron los asesinatos en medio de la guerra por los narcocultivos en la frontera de Colombia y Venezuela, fincas cocaleras se convirtieron en tumbas de desaparecidos.

“Polilla” quedó en uno de esos nichos rodeados de matas y frondosas que relumbran bajo el Sol. Así conocían los vecinos al recolector de hoja que mataron los paramilitares en 2003 en la región limítrofe de Catatumbo. Tenía menos de 30 años.

En todo este tiempo su familia no se ha atrevido a pisar la zona por miedo, pero en 2017, ante la falta de respuesta oficial, acudió al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para ubicar su paradero.

“No queremos sustituir al Estado, pero donde no tiene acceso al territorio, actuamos para hacer la búsqueda de personas desaparecidas, muertas”, explica Derek Congram, coordinador forense del CICR.

Según cuentan los pobladores, hace 15 años enterraron un cuerpo agujereado a bala que estuvo varios días a la intemperie, a modo de escarmiento, por orden de los verdugos. Creen que se trata de “Polilla”.

Entre 1999 y 2004 centenares de recolectores fueron masacrados por paramilitares o guerrilleros que los acusaban de recolectar “la mata” para el enemigo. Un número indeterminado quedó sin identificar.

De mil 888 solicitudes de búsqueda humanitaria que maneja el CICR, 100 son en Catatumbo. Una muestra del expediente de 80 mil desaparecidos que dejan seis décadas de un conflicto que no termina.

“La sangre que corrió en esta región fue muchísima. Uno lleva muchos muertos (encima), sean obreros, patrones”, comenta un campesino que pide ser llamado Rogelio.

Sin restos

Si bien ya no operan los asesinos de “Polilla” ni los guerrilleros de las FARC -ambos bandos se desmovilizaron tras sendos acuerdos-, todavía hay una fuerte presencia militar, pero sobre todo un “mar de coca”: Catatumbo concentra 16% de los plantíos en Colombia, que cerró 2017 con una expansión récord de 171 mil hectáreas, según la ONU.

Y donde crece la materia prima de la cocaína que se consume en Estados Unidos y Europa, se robustecen los rebeldes o narcotraficantes.

Antes de emprender la travesía por campos cocaleros y vías destapadas de Catatumbo, el CICR habló con los grupos armados que se mueven en la zona -dejando su amenazante rastro en pintadas sobre casas de madera- para obtener garantías de seguridad. De paso, confirmó que no hubiera explosivos cerca de fosas.

Luego de 15 años, el CICR está en el sitio donde “Polilla” encontró primero el sustento y luego la muerte.

A golpe de pica y pala, el equipo que dirige el coordinador forense del CICR excava durante horas, pero no encuentra ningún rastro óseo. No es un desenlace “ideal pero tampoco es algo fallido”, explica Congram. En algunos casos “los restos se han descompuesto”, pero quedan “objetos personales que identifican a una persona”. Y supongo que “para la familia es algo; una respuesta incompleta, parcial, pero es mejor que nada”.

Hasta agosto último, el CICR había recuperado 151 cuerpos en los últimos 21 años.

AFP