Viernes, 26 de Julio 2024

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Superviviente

Por: Guillermo Vaidovits

12 años de esclavitud es una película elegante sobre la infamia de reducir al hombre a un mero valor de cambio y de propiedad privada. Elegancia, no significa que el director escatime una sola paliza, un sufrimiento, una humillación, a los personajes. Ahí están su desesperación, su impotencia, su desgracia toda, puestas de modo que impresionan sin chantaje a los sentimientos. En cambio, permiten avistar el inquietante espectáculo de la realidad humana. Realidad contradictoria, que da forma tanto al dolor del esclavo, como también a la violencia y la saña, la soberbia y la indiferencia, del esclavista.

El realizador es ajeno a las prisas al momento de hacer su relato. Inicia mostrando la tiranía de los  amos en una cadena de acciones ordinarias en las que resalta el silencio de los sometidos. Un grupo de negros reciben instrucciones de cómo cortar la caña, luego trabajan vigilados por caporales armados, acompañando su esfuerzo con un canto suave. Más tarde, callados, comen y se les ve dormir hacinados en una barraca. El ritmo imperturbable que en algo evoca la sensación de lo cotidiano es más evidente que nunca, en la alarmante secuencia donde el protagonista, Salomón Northup, con la soga al cuello, se mantiene vivo gracias a que consigue sostenerse con la punta de los pies.   

La trama ofrece de manera regular saltos cronológicos que sirven para conocer el pasado del personaje. Eso ocurre hasta un poco más allá de la mitad cuando se vuelven a repetir algunos hechos del comienzo. A partir de ese punto la historia abandona tal estrategia y evoluciona cronológicamente. La operación forja una perspectiva diferente de la trata de personas, pues coloca al espectador en la posición de un hombre libre que de pronto se ve obligado a ser un lacayo, y aún menos; un vil objeto, aprobado por la ley y la religión, con el que el dueño puede hacer cualquier cosa que le venga en gana. De ahí que algunas escenas revelan un grado alto de sadismo en los personajes, varios de ellos bastante odiosos. En particular la que presenta a un capataz dando la bienvenida a un grupo de esclavos con una canción repleta de amenazas e insultos.  

Es de notar el estilo visual que pone gran atención a la composición de imágenes armónicas y cargadas de esplendor fotográfico. Los paisajes, más que un marco dramático, parecen testigos mudos de la degradación humana. El director destaca la presencia del pantano, del sembradío, de la arboleda, la visión de la Luna y del ocaso, tanto como los rostros de los actores.

Como curiosidad vale la pena resaltar que, según parece, lo mejor de la cinematografía estadounidense del año pasado, fue hecho por la industria británica y directores extranjeros. Por un lado, la llamativa y superficial Gravedad de Alfonso Cuarón, y por el otro está cinta que, como pocas, resulta una experiencia brutal y bella.  

12 años de esclavitud (12 Years A Slave), Reino Unido/EUA, 2013; Dirección: Steve McQueen; Guión: John Ridley a partir de un libro de Salomon Northup; Actuación: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Lupita Nyong’o.
 

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