Lunes, 13 de Octubre 2025

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Silvio en Guadalajara

Por: Alfredo Sánchez

Veo la foto de Silvio Rodríguez, que promueve su próximo concierto en Guadalajara, y mi mente se traslada más de 35 años atrás.  Sería 1977 y en el Iteso, donde yo estudiaba, un joven Alberto Aziz –hoy connotado académico y columnista político– entonaba, a la menor provocación, aquella de “nadie se va a morir, menos ahora...”.  

Por mediación de Jaramar, mi pareja de entonces, conocí en 1979 los discos de Rodríguez y Pablo Milanés y me deslumbré con aquella inusual manera de componer.

Poco después entré a trabajar como reportero a la XEJB y una de mis primeras asignaciones fue cubrir el concierto que los dos cubanos representantes de la “Nueva Trova” ofrecerían en la Guadalajara de 1980.  La cita, el Centro de Convenciones que hoy se conoce como Foro de Arte y Cultura.

Pasé toda la tarde esperando la llegada de los músicos quienes por complicaciones con los vuelos llegaron mucho después de lo previsto. Recuerdo haber abordado a Silvio en su camerino, imprudentemente, para pedirle una entrevista mientras afinaba su guitarra y vocalizaba un poco; su respuesta hosca e irritada: ahora estoy preparándome para el concierto, no me interrumpas.

El grupo de lujo que los acompañaba consistía, si la memoria no falla, de Frank Bejerano en batería, Emiliano Salvador en piano y Eduardo Ramos en bajo.  En la accidentada prueba de sonido Milanés parecía siempre a disgusto con lo que sonaba. El concierto fue muy poco concurrido: aún faltaban unos años para que “Silvio y Pablo” llenaran teatros y se volvieran multitudinarios.

Se me viene también a la cabeza la imagen de una reunión a la que me colé no sé cómo a mediados de los ochenta en la casa del pintor Marcos Huerta.

Milanés y Rodríguez se habían presentado en el Degollado -ahora sí lleno-  y yo miraba a un Silvio muy relajado, cantando en la sala de la casa un par de canciones que ninguno de los presentes había escuchado.  Un rato antes hojeaba un libro de pintura que Marcos le acercó, gracias al que supo por primera vez de Francisco Toledo.

Ha corrido mucha agua bajo el puente: han muerto Marcos y Salvador;  Silvio y Pablo se han distanciado; acaba de morir Santiago Feliú, integrante de la generación siguiente de compositores cubanos que no despegó como se esperaba -la “nueva, nueva trova”-; Fidel sigue por ahí; mi deslumbramiento inicial se ha matizado con los años...  Y Silvio Rodríguez, a sus 67 años, regresa a Guadalajara.

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