Lunes, 21 de Octubre 2024

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Rosalba Espinosa

Por: Maya Navarro de Lemus

Rosalba Espinosa

Rosalba Espinosa

Realizó estudios de acuarela con Emilio Galindo, Luis E. González y Francisco Medina;  pintura en el Taller Independiente de Artes Plásticas de la maestra Toni Guerra; composición con la maestra Edith Reynoso; acrílico con Adriana Andrade; óleo con Carmen Alarcón; grabado en el Taller de Grabado Sapopanzón con Carmen Alarcón y Belinda Palomino. Cursó  talleres de pintura  en el  Instituto Allende y Bellas Artes de San Miguel de Allende, Guanajuato, con los maestros Erv Kazmareck y Carlos Cabán.

“Todas las tardes dibujaba e hice fue un curso de dibujo  por correspondencia. Me casé y tuve un hijo; me divorcié y me dediqué  a sacar a mi hijo adelante. Volví a casarme con un empresario y me distrajo la vida social, existía en mí una parte que necesitaba manifestarse y expresarse, que es al arte y la cultura; soy buena lectora, pero había un vacío que necesitaba llenarse, finalmente lo encontré. Inicié unas clases de acuarela, gustándome lo que hacía; lo vendía, o sea, le gustaba a los demás y tomé la decisión de ser pintora. Soy una pintora tardía”.

Su primera exposición individual fue en el año 2000; la tituló Las caras de mi cuerpo, con desnudos, metafóricamente era quitarse las caretas que se había puesto. Había estado por tres meses en San Miguel de Allende en un curso de pintura donde se le abrió el panorama del arte. Su segunda exposición: Epistolario en la Casa de los Perros, Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, compuesta por una  serie de cartas  a sí misma.

“En la Alianza Francesa presente Registros de ruptura, porque iba caminando en mi proceso, haciendo rupturas; son una serie de desnudos al carboncillo, fuertes, violentos, eróticos y posteriormente en Lagos de Moreno. Aprendí italiano y me fui a Florencia en el  2004, estudiando cuatro meses, ahí preparé otra exposición: Las amantes, que habla de la mujer que ama demasiado al hombre, la mujer que da todo por casarse , tener un marido y posición social, económica, y esa proyección que necesita la mujer, el sostén, el apellido del marido; era autobiográfico, en ese tiempo leí a Elfriede Jelinek (Premio Nobel en 2004) quien escribió Las amantes, tomé fragmentos de su libro para titular mis obras; me basé en su literatura para hacer mi exposición y la presenté en Casa Vallarta. Estaba la guerra de Iraq, pinté una colección: Cantos del Silencio, y es la mujer como botín de guerra, viudas, mujeres cubiertas que lloran y cantan a sus muertos, presentándola en la galería Chucho Reyes y en el Museo Histórico de San Miguel de Allende. Empiezan a salir noticias acerca de Marcial Maciel y la pederastia, me lastimaron tanto estos abusos a los niños que pinté Pérdida de la luz,  preparándola por dos años; fue censurada en Guadalajara, invitada a Colima, pero tampoco fue expuesta porque pintaba los sacerdotes, los niños; son magníficas pinturas. Mara Robles, en el Distrito Federal, me invita y expongo en la Casa de Cultura del Bosque en Tlalpan, en el Metro, en el Museo de las Artes de la UdeG, y en el Palacio de Justicia, que  consideré muy simbólico.

“La guerra de  Calderón me indigna y protesto pintando Aritmética del dolor. No estoy de acuerdo con tanta gente que muere, hablé para las víctimas y victimarios. Se montó en forma de cruz, como símbolo del amor y la piedad, con los rostros pintados de los sicarios, y a un lado una pintura de Clemente Orozco y en su museo, haciéndole un homenaje a él, que también pintaba temas políticos. Compuse una pieza sonora con mi voz: Sumatoria, contando hasta 60 mil, que era  el número de muertos. Antonio Ortuño me escribió en el folleto: ‘A golpes de pincel, carbón y manos que evocan al Orozco más descamado e irónico, pero también con la sutileza de la compasión, la serie toda está permeada por la urgencia’. No soy política, diputada, no hago leyes, pero denuncio con mi pincel .Vinculo mi protesta hilvanado mis pañuelos por tres años en el colectivo Bordando por la paz”.

“Si  alguien tiene un destino, se trata de un hombre. Si alguien consigue un destino, se trata de una mujer”: Elfriede Jelinek.
 

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