Esta semana nos ha dejado el gran Ramón Xirau, una persona difícil de calificar con adjetivos, ya que a él le valían muchos, generados por su vida y no por su muerte, y con el que nuestro país pierde a una extraordinaria persona -de los más notables representantes de esa bella y dolorosa transfusión de inteligencia que fue el exilio español.Tal vez bastaría decir que fue un gran poeta, que lo fue, un poeta de los que me hicieron considerar que la poesía es la expresión de la parte femenina de Dios y que hizo que su poesía estuviera escrita en su lengua materna, el catalán, que para quienes no lo hablamos y no lo entendemos, nos lleva a sonidos casi mágicos. En un poema dedicado a su querida Ana María, la que estoy seguro, con la muerte de Ramón ha sufrido un desgarro vital, y si se llegara a enterar de esto, ella sabe lo que en esta casa significaba Ramón; en ese poema expresa en un verso que “toda luz es retorno”, su poesía queda y muchos la seguiremos gozando.Fue filósofo y en la unidad de su persona, manifestaba que él no veía diferencia entre escribir poesía o filosofía, las dos eran expresión de una vitalidad y congruencia absoluta. Y mantenía esa unidad vital. No puedo dejar de recordar que en alguna de sus obras piensa en el hombre moderno, a través del poema “El barco ebrio” de Rimbaud, en contraste con el hombre de épocas anteriores, representado por la figura del caminante, para el cual la meta, el objetivo es el camino mismo.Esposo amantísimo que durante años quiso y vivió con Ana María. Recuerdo una ocasión en que ella nos contó que cuando se iba a casar con Ramón, Octavio Paz, amigo de sus padres, se mostraba asombrado de que el elegido hubiera sido un filósofo y católico, y esa es otra cualidad que vivió entrañablemente, pasando por pruebas durísimas, como la muerte de Joaquín, y que mantuvo siempre en el mundo intelectual, con una congruencia de vida, que hace que también tengamos que calificarlo en particular; lo hacía sin ostentación, con la misma simplicidad y buen trato hacia todos los que teníamos alguna relación, en nuestro caso, el buen trato familiar.Por su estado de salud, ya no pudo venir a las últimas ferias del libro, pero mientras pudo, lo hizo con ese maravilloso interés que tienen aquellas gentes tan inteligentes, que parece que la vida les sorprende en todo momento, y si bien su obra queda, yo creo que conmigo muchas personas, sobre todo del mundo intelectual, lo extrañarán, y desde luego, no podemos más que compartir, aunque sea en la fila de atrás, la pena de Ana María, para la que, insisto, esta separación será un desgarre casi físico.Dentro de los calificativos de los que hablo, el más completo que puedo encontrar es que Ramón era un ser humano maravilloso y reflejaba esa generosidad con una sencillez que sólo tienen los muy grandes.@carlosmorsa
