Desde luego que no es fácil responder a esta pregunta, pero al menos hemos de hacer un intento por comenzar a estudiar y tratar de entender semejante conducta. Algunos extranjeros han observado que los mexicanos no tenemos un especial amor a la patria, considerando el profundo sentimiento que si le tenemos a la tierra y sobre todo a la Virgen de Guadalupe.La visión más o menos extendida de lo que es la patria, acaba por considerarse vinculado al gobierno y a los políticos, a las leyes y a la compleja historia de conquistadores y dictadores que han traído toda clase de sufrimientos y desgracias.El concepto por si mismo de patria nos debería de conducir al lugar de nacimiento, a la tierra paterna a los vínculos afectivos y culturales o históricos. Pero en vez de elegir la paternidad, el mexicano ha elegido a la maternidad, es decir a la Virgen de Guadalupe, como a la Tonantzin que nos liga a la vida ancestral, a la madre que da la vida, a la que protege, que cuida y hace milagros.Al padre lo ve más ausente, agresivo, desinteresado, egoísta y hasta lleno de vicios y malas costumbres, aunque siempre existen muchas excepciones. De esta manera la patria-padre, es sustituida por la madre-patria. Al padre se le puede traicionar porque el mismo me ha abandonado, ha sido duro y agresivo conmigo; a la madre no, que ha sido dulce, entregada y apoya en las dificultades. De aquí se puede suponer que por poder y dinero se puede más fácilmente traicionar a la patria. Y a la madre no, por el afecto, el cariño y el apego a tantas bellas costumbres que nos unen en un mismo espíritu de cordialidad y amistad. Los mexicanos no traicionamos a la madre que nos nutre, que nos proporciona afecto, fiesta y alegría. Es a la queremos, a la que buscamos. Pero cuando se trata de trabajo, de satisfacer nuestras necesidades económicas, entonces no hay patria, hay que hacer casi lo que sea con tal de conseguirlo.Si seguimos esta línea de reflexión psico-social, podemos explicar que el mexicano por poder, trabajo y dinero es capaz de traicionar a su patria. Porque en realidad no la ama, porque no siente que le proporciona el sustento y el afecto que necesita, sino que eso proviene de la figura femenina, que ubica claramente en la propia madre, en la abuela y finalmente en la Imagen de la Guadalupana, que algunos dirían que se trata del icono, por excelencia del colectivo mexicano.El mexicano varón puede ser infiel a su esposa, a su familia, pero no traidor; en cambio a la patria, parece que no la quiere, más que por sus valles y montañas, playas y ciudades, por su mariachi, tequila y exquisita cocina. Por poder, dinero e importar ideologías extranjeras se deja de proteger a la patria. No la cuida, no la ayuda a crecer, no la respeta, no parece amarla.¿Podría ser una respuesta?