Medio Oriente arde y Europa se inquieta. En Palestina hay una lucha sorda de la población civil contra Israel; en Siria, uno de los países antes más estables del área que era un freno contra el fanatismo islámico, ahora es bombardeada no sólo por Estados Unidos, aliado con la OTAN y de Arabia Saudita, sino por Rusia, en una estrecha relación de apoyo con el gobierno sirio de Assad, el gobierno de Iran y el de Irak, siempre, claro, argumentando la amenaza real del Estado Islámico (EI). Además, en Turquía, donde los kurdos, ayudados por Estados Unidos son el único grupo capaz de frenar al EI, se produjo uno de los atentados más fuertes de los años recientes, en una marcha por la paz, que dejó alrededor de 120 muertos y muchos más heridos. Luego es sencillo saber el por qué tantos emigrados desean ingresar a Europa. Pero la razón de fondo es mucho más compleja, aunque el resultado es el mismo: el inmisericorde sufrimiento de la población civil.Porque estos ataques no van contra ejércitos, ni contra aparatos policiales formales, por el contrario, estos ataques son dirigidos a la población civil, inocentes que pagan la búsqueda del poder de muchos. Un galimatías a manera de una espiral de serpientes en la que una se come la cola de la otra y así sucesivamente hasta llegar a la última víctima: el ser humano.Porque no sólo los niveles de violencia han subido, sino también los niveles de la crueldad ejercida. Porque, esta vez como algunas otras en la historia, no hay códigos que posibiliten que niños o mujeres puedan resultar menos golpeados. Y, ante esta situación, no es la paz lo que avanza, sino la radicalización de la población civil, puesto que los grupos antes no extremistas, ahora, al calor de los cañones y de las heridas, están tomando posiciones radicales para sobrevivir al abrigo de los grupos más fuertes. Y la Unión Europea lo sabe, por ello, si bien están recibiendo refugiados, en una cuota de 500 mil por año, también tratan de armar políticas y, sobre todo, estrategias que los protejan del terrorismo, una esperanza fallida en muchas ocasiones, pero que les es indispensable seguir instrumentando.Porque luchar contra quienes no se sabe quiénes son, resulta complicado. Porque haber involucrado a la población civil les ha provocado un almácigo de odio que puede explotar en cualquier momento, en cualquier sitio. Porque en muchos lugares hoy en llamas, son los intereses de las grandes, muy grandes potencias las que son la mano que mece la cuna de la violencia, y esto lo sabe la población herida.Es así que Europa no tiene, ni tendrá reposo en un futuro próximo. Porque además de la situación en medio oriente, que de suyo es un polvorín atizado desde fuera, están sus problemas internos que se han acrecentado: las enormes deudas de algunos integrantes de la UE, el que los países nórdicos están ya aumentando su gasto militar ante lo que consideran la amenaza rusa, y en Alemania están sucediendo una serie de protestas frente lo que muchos alemanes piensan la pérdida de la democracia. Es decir, que fuera y dentro los problemas económicos, sociales y políticos, desacuerdos y (in)equidades son graves y están haciendo mella en la vida de la UE, pero también del mundo. Seguramente por ello, español Santos Juliá analizando esta época concluye: “No hay una esperanza de futuro, y se nos ha terminado el pasado, sin saber muy bien a dónde vamos”…
