Guadalajara es la ciudad donde más trayectos se hacen a pie, de acuerdo con un estudio de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte que incluye a cuatro ciudades mexicanas (México, Guadalajara, Monterrey y Puebla) y cuatro más en el extranjero (París, Seúl, Singapur y Bogotá). Pero no es por vocación, ni por una política de salud pública para reducir la obesidad, sino por lo malo que es el servicio de transporte. El diagnóstico establece también, y el dato coincide con los estudios que ha hecho el Ceit, hoy Instituto de Movilidad, que cada vez más tapatíos abandonan el transporte público para buscar alternativas en la movilidad privada, es decir, su majestad el automóvil. Los datos no deben sorprendernos: son el resultado de 30 años de gastar el dinero en hacer pasos a desnivel y remedos de viaductos y muy poco en transporte público. Solo en la Avenida López Mateos, que en las horas pico es un hermoso estacionamiento con un promedio de velocidad de 10 kilómetros por hora, hay invertido lo suficiente para cuatro líneas de BRT. Ha sido el dinero más mal gastado. Lo peor es que los políticos que decidieron invertir el presupuesto en túneles y puentes están convencidos de que esa decisión les dio votos, de que eso era lo que queríamos lo tapatíos. Pero lo más grave ha sido el deterioro de nuestro sistema de transporte público. Atrapadas por las pugnas políticas, las decisiones de modernización del transporte público se fueron postergando y hoy tenemos un sistema pensado para hace 50 años, para una ciudad de un millón de habitantes, operando en una metrópoli de 4.5 millones. La escena de 12 a 15 camiones en fila india, e invadiendo dos o hasta tres carriles en su loca carrera por el pasaje en Avenida Alcalde, es de dar vergüenza, pero ya la vemos como algo normal. Ya no es noticia que los camiones choquen jugando carreras; que acaben con los pavimentos por la manera de acelerar y frenar; que bajen y recojan pasaje donde se les antoje. Nos hemos acostumbrado a un servicio pésimo y aceptamos sin chistar que aquí las cosas son así y, en cuanto podemos, nos bajamos del camión para andar en coche o a pie. Que Guadalajara sea la ciudad de México donde la gente realiza más trayectos a pie parece una buena noticia, pero no lo es, porque no es por voluntad propia. Ojalá este dato de que los tapatíos somos peatones a fuerza sirva al menos para que los políticos y los responsables de la movilidad volteen a ver las banquetas, y entiendan que ese pequeño espacio entre las casas y las calles sirve para algo más que para estacionar autos.
