Jueves, 09 de Octubre 2025

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Paseo Santa Lucia

Por: Vicente García Remus

En el antiguo Barrio de las Tenerías, se localiza el fabuloso “Paseo Santa Lucía”. Al salir del Palacio de Gobierno de Monterrey, fuimos cautivados al norte de la calle Zaragoza, por el hermoso templo del Sagrado Corazón. La cimentación inició en 1674, obra que apoyó en lo posible, doña Indalecia Berridi de Pacheco. Poco a poco fue tomando forma el templo, 28 años se gastaron para verlo concluido. El clero de Francia promovió en el siglo XIX, el culto al Sagrado Corazón, promoción que se reflejó en México, y máxime por las sólidas relaciones. El barrio vecino tomó el nombre del templo. El sacerdote que reunía a los feligreses y los motivaba por la hermandad, era Leonardo de la Garza Flores, quien hacía sonar las campanas que se escuchaban por todo el poblado. Las primitivas capillas de la Nueva España fueron pequeñas y carentes de campanario, para hacer llamadas se comenzó a usar esquilas, posteriormente espadañas y con el tiempo se optó por el campanario, como algo más suntuoso que necesario, y se levantaban enfrente de la capilla o a un lado, y luego se fueron adosando en su fachada principal, y después en algunos casos se utilizaron como pórticos, siendo el elemento dominante. Admiramos la fachada principal de aquel recinto, comprendida por un precioso campanario de cinco cuerpos de planta cuadrada, capiteles dóricos y arcos de medio punto, el primer cuerpo sirve de pórtico y corresponde con la puerta principal; el segundo es un balcón y liga con el coro; el tercero, con campanas y una esbelta columna que divide el vano; el cuarto, también con campanas de menores dimensiones; y el quinto, obedece a la linterna. En el interior apreciamos unos bizarros vitrales. Por 1798, al este de Monterrey se edificó la Presa Grande, y utilizando sus aguas se establecieron unas tenerías y el barrio que creció al lado de ellas se le conoció como “Barrio de las Tenerías”. En el puente que daba paso al arroyo de la calle de la presa, se colocó una imagen de la Purísima y al puente se le refirió “Puente de la Purísima”. Caminamos tres cuadras al oriente y fuimos sorprendidos por un insólito canal, estábamos en la “Plaza de los 400 años”, embellecida por la escultura “La Lagartera”, de Francisco Toledo, lagartos tomando el Sol plácidamente convergen en el espacio: el Museo de Historia Mexicana y el Museo del Noreste, un puente los une. Nos embarcamos en un bote, para disfrutar del sensacional canal llamado “Paseo Santa lucia”, lugar de ojos de agua diáfana. El insólito canal nos fue mostrando bellos edificios, como los museos referidos y su puente, que atravesamos para mirar otras edificaciones algo retiradas y en lontananza el bello Cerro de la Silla. Fuentes, esculturas, jardineras, árboles, bancas y faroles, enriquecieron y animaron los parajes del canal que ostenta de dos kilómetros, conformados por agradables espacios. Miramos a los lados del canal, personas que disfrutaban de los andadores aledaños, de tramo en tramo preciosos puentes los comunican. La hélice fue impulsando despacio a la lancha, para que gozáramos de cada encantador espacio. Probablemente el proyecto del canal estuvo inspirado en “El Río” de San Antonio, Texas, que lo convirtió en lugar turístico, alternativa por la cual se optó después de una baja económica debida al cierre de varias bases militares. Parte del canal corre sobre el antiguo lecho del arroyo, que para 1954 quedó subterráneo; el canal estuvo listo para el Fórum Universal de las Culturas, Monterrey 2007 (del 21 de septiembre al 8 de diciembre). El inolvidable paseo terminó en el ejemplar Parque Fundidora. El 5 de mayo de 1900 prendió su horno la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey (uno de sus fundadores fue Isaac Garza), considerada como el engrane inicial de la proyección industrial en Monterrey, y vanguardista en Latinoamérica. La Revolución la frenó, pero su perseverancia la sacó  a flote, logrando paulatinamente una franca consolidación; en los años setenta fue lamentablemente expropiada y en 1986 se apagaron los hornos; dos años después, se constituyó el Fideicomiso Parque Fundidora, para crear un parque, un centro de exposiciones y un museo tecnológico y así fue como 114 hectáreas de zona industrial se transformaron en zona recreativa, una nave cambió por una pista de hielo, un horno por un museo y un patio por una arboleda. Fue un verdadero placer haber surcado por aquel maravilloso canal y haber admirado la transformación de la fundidora. Luego deleitamos nuestro paladar con un delicioso cabrito al pastor y con unas monjiles  glorias en el restaurante San Carlos.

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