La frase “no me toquen, ando chida” es una de esas locuras del internet, de esos videos virales de una persona que dice una frase desafortunada y se convierte en un meme, es decir, en una imagen acompañada con un texto que es, supongo, referente de la cultura anti-neo-pre-post-moderna en que nos tocó vivir. La uso hoy para hablar de las vacaciones de Semana Santa donde todos queremos, justamente, que no nos toquen porque andamos chidos. Pero últimamente, a mí, las vacaciones me provocan irritación en las sangrantes úlceras que me habitan. Se preguntará usted acaso ¿por qué? Pero seguramente más bien se preguntará ¿qué me importa? Mire, se acordará usted de cuando fue, si es que fue, a ver a la Virgen de Guadalupe para agradecerle por las reformas educativa y fiscal que, mientras lo hacía, de golpe y porrazo le regalaron la reforma energética que privatiza sin privatizar Pemex, es decir que permite la entrada y explotación de las reservas energéticas y chuladas como el fracking (eso de reventar la tierra y acabar de podrir el agua para que otros se lleven el gas shale en el más puro estilo del colonialismo español) por parte de capital extranjero y privado pero sin privatizar. Recordará que en navidades a escondidas y en la noche le subieron el precio del camión a siete pesos, para entrar el año con la sorpresa de que el servicio caro y malo seguiría igual de malo pero un poco más caro. Bueno, es cierto que para paliar un poco la crisis que les generaron la serie de muertes provocadas por el transporte tomaron la medida mediática a bajar el precio a seis pesos y prometieron un montón de cosas maravillosas sobre cómo mejoraría el transporte pero, justo por eso me preocupo. ¿Para qué usarán, mientras usted tiene felices vacaciones, estos momentos en que usted no quiere que lo toquen y anda chido? ¿Qué sorpresas nos traerá el Gobierno de la risa en vacaciones? Nos vemos aquí de regreso, mí úlcera sangrante, usted y yo para responder esas preguntas.