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Niños y autos. Peligrosa combinación

Por: Sergio Oliveira

Niños y autos. Peligrosa combinación

Niños y autos. Peligrosa combinación

GUADALAJARA, JALISCO (15/AGO/2015).- Nuestra extremada fragilidad física sólo es superada por nuestra terquedad mental. Porque todos sabemos que somos mortales. Todos estamos conscientes de que vamos a morir un día, pero juramos que ese día nunca es hoy y que los accidentes siempre pasan con los demás, no con nosotros. La cosa empeora mucho cuando involucramos a nuestros hijos, porque todo padre jura que es capaz de dar la vida por su hijo, pero pocos están dispuestos a cambiar de hábitos para ponerlo en práctica, principalmente en lo que se refiere a andar en un automóvil.

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No muchos saben que a pesar de la tecnología y los juguetes que nos rodean como el teléfono celular; el sistema de navegación por GPS y hasta las aplicaciones de redes sociales que algunas marcas ponen en sus cada vez mayores pantallas, el mayor distractor dentro de un auto, son los niños. De hecho, ellos distraen 12 veces más que hablar por celular, según un estudio de 2013 de la universidad Monash, en Australia. Con sus risas, gritos, juegos o llantos, son capaces de sacar de quicio a sus padres y con ello robarles la atención que debería estar volcada en conducir el auto.

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Pero no es sólo con el auto en velocidad cuando hay peligro. En Estados Unidos, dos niños mueren y 48 quedan gravemente heridos cada semana, debido a los autos que al echar reversa, no ven que hay un niño detrás. Más de 60 por ciento de los casos involucra una pickup o SUV. En 70 por ciento de los casos, uno de los padres del accidentado iba al volante. Y hay quien considera que una cámara de reversa es un lujo innecesario.

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En menor medida, también pasa adelante del vehículo. En maniobras para estacionarse, la mayoría en la cochera de sus casas, padres conducen y atropellan a sus hijos por no verlos.

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Golpes de calor

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Dejar a los niños dentro del auto en un día caluroso dentro del auto, aunque sea por cinco minutos, mata 38 infantes por año en el vecino del Norte. Si la temperatura fuera del auto es de 25 grados, dentro puede llegar a 35.

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Las cada vez más populares ventanas eléctricas son uno de los motivos de niños heridos y fallecidos. Muchos autos, principalmente los de gama más baja, no cuentan con el sistema que detiene el funcionamiento del motor al percibir un obstáculo. En general esto representa un peligro para los niños de tres años de edad o menos.

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Las cajuelas solían ser un peligro para niños que quedaban atrapados. La legislación estadounidense obligó a que los fabricantes instalaran un mecanismo con un gancho que brilla en la oscuridad que, jalado, abre la cajuela. Desde entonces ya no hubo muertes en el vecino país del Norte, pero en México y muchos otros países  no tienen leyes similares y el peligro, aunque remoto, sigue existiendo.

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Por supuesto que hay varias posibilidades más de que un niño se accidente en un automóvil, entre las que están el que el menor ponga inadvertidamente el auto en movimiento y atropelle a alguien o choque; que un niño caiga fuera del auto en movimiento por estar jugando en la ventana abierta o siendo irresponsablemente trasportado en la caja de una pickup; que sea estrangulado por el cinturón de seguridad o que se encuentre abandonado en el auto cuando este fue robado, entre otros.

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En nuestro entorno latinoamericano de menor nivel de educación social, todos esos problemas se multiplican. Porque se suman varios factores de riesgo. El principal es que la gran mayoría de los padres ni siquiera usan asientos adecuados para sus hijos. Esto hace que los accidentes de autos sean la segunda causa de muerte de niños de menos de cinco años de edad en México, según el Consejo Nacional de Prevención de Desastres (Conapra). Vaya, si ni siquiera usan el cinturón de seguridad en sí mismos, como muestra el más reciente estudio de Conapra sobre el tema que revela que solo 21 por ciento de los mexicanos usaban el cinturón en 2010.

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Por esto, aún vemos escenas donde el señor viaja con su niño sobre sus piernas, su perro en el asiento de a lado, fumando y hablando por celular, claro, sin manos libres. Soy capaz de jurar que él afirma que “daría su vida por sus hijos”.

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Mientras la autoridad no prohíba ese tipo de actitudes, nos queda a cada uno de nosotros tener la conciencia del peligro que un auto, incluso sin estar en movimiento, representa para los infantes. Y asumir —de verdad— la tarea que nos toca: cuidarlos.

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