Para Luca, en su primera Navidad.La Navidad es junto con la Pascua la celebración más importante de la cristiandad. Resultaría ocioso insistir en su innegable origen religioso y en su enorme impacto cultural, que ha pasado del ámbito estrictamente litúrgico a la acogida popular, misma que se advierte en numerosas manifestaciones relacionadas con los más variados aspectos de la actividad humana, uno de ellos es obviamente la música.Creada por maestros de capilla, compositores de renombre o gente del pueblo —y ya fuera por compromiso o por un sentimiento auténtico—, la Navidad fue siempre fuente de inspiración musical. Misas, motetes, oratorios, villancicos, dramas musicales y un largo etcétera conforman el dilatado corpus de expresiones relacionadas con esta solemnidad.No obstante, su aceptación generalizada entre diferentes confesiones cristianas es más bien reciente, cabe mencionar que en los Estados Unidos el 25 de diciembre no fue declarado día feriado sino hasta 1870. Así que la consolidación de la Navidad como una festividad coincidente se inserta en un periodo marcado por el impasible ascenso de la Revolución Industrial, con la que se afirmaban las condiciones de lo que décadas después se denominaría como Sociedad de Consumo.Debido a estas transformaciones sociales, la Navidad —como producto cultural— sufrió cambios sustanciales que se acentuaron cuando las grandes naciones occidentales adquirieron las características de lo que Guy Debord (1931-1994) llamó la Sociedad del Espectáculo. En ella la Navidad pasó paulatinamente a convertirse en un signo carente de significado, al que poco a poco se le ha ido extrayendo el componente religioso, sustituyéndose por valores o anhelos de orden común que faciliten su difusión, como la convivencia, la alegría (per se) o la paz mundial. De esta manera se le convierte (en términos de Debord) en un espectáculo en sí mismo que sólo es capaz de afirmar su propia apariencia, sin finalidad auténtica, sino susceptible de ser empleado según se requiera.Hasta hace poco, la música relacionada tradicionalmente con la navidad parecía no verse afectada con esta sustitución simbólica, pero ya pueden escucharse algunas producciones comerciales en las que la lírica está siendo sustituida. En ella, la traducción al español del Adeste fideles dice ahora en su frase conclusiva: “que sepa el mundo entero que es Navidad”.Sería deseable que la expresada transformación simbólica de la Navidad viniera en todo caso acompañada de sus propias formas de expresión musical, evitando mayores distorsiones culturales. Y será una pena que las obras de Haendel, Bach, Messiaen o Britten (por citar algunos) compuestas en torno a la Navidad se escuchen dentro de poco como pertenecientes a un contexto desconocido.
