El que hayan sido las mujeres quienes desafiaron de esa manera al flamante nuevo presidente de Estados Unidos hace que las manifestaciones del fin de semana sean doblemente valiosas, por su fuerza y por esperanzadoras.Si un discurso puede hacer contrapeso al de Donald Trump, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, es el discurso de las mujeres, pues representa justamente el Lado B de un mundo que parece caminar rápidamente hacia la intolerancia y a la fuerza como elementos constructores del poder y la identidad. En la otra cara, lo vimos en las imágenes que circularon a raudales, están las mujeres, así en plural, desafiando desde las calles y no desde los palacios, al poderoso.Lo plural es quizá lo más valiosos y significativo de las marchas. Las expresiones que habíamos visto de manera aislada, unas con más fuerza que otras, como las reivindicaciones sexuales, al derecho al propio cuerpo, las apropiaciones diversas de la feminidad y la fertilidad, la tierra como madre común, etcétera, aparecieron juntas, cada una con sus propios símbolos, para construir un gran discurso común: el respeto y la tolerancia como los valores esenciales de la cultura estadounidense. Consignas como la de “Make America kind again” (Hagamos a América amable otra vez) portada por una niña de apenas unos 12 años, o “Make America think again” (Hagamos a América pensar de nuevo) son un contrapeso al discurso fascistoide de Trump en su toma de posesión.¿Cuál Estados Unidos ganará la batalla: el plural, abierto, tolerante, diverso, productor de grandes ideas, o el soberbio, cerrado y prepotente?; ¿Qué discurso tendrá más peso: el machista, que representa esencialmente al poder y particularmente a Trump, o el femenino (porque lo que vimos va, creo, más allá del feminismo) que representa a la sociedad, la diversidad, la casa de todos?No me canso de citar aquella conversación con la filósofa catalana Victoria Camps que decía que el problema del mundo era que estaba gobernado por hombres con lógica primaria de machos alfa y que lo que se requería era hacer que la lógica femenina llegaran al poder (ojo, no mujeres con lógica machsita como Tatcher o incluso Hillary). Si, como vimos el sábado, las mujeres comienzan a generar el discurso y se convierten, desde la calle, en el alter ego del presidente bruto y violento, a Trump le costará mucho más trabajo del que se imagina poner en marcha sus políticas de la América grande, que no grandiosa, que quiere imponer por la vía de la fuerza.Ya habíamos dicho que serán las ciudades el gran freno de las políticas de Trump. Y sí, serán las ciudades con las mujeres manejando.