Si pasa por la avenida Mariano Otero en Zapopan antes de llegar a Periférico encontrará una barda grande en donde se observa el rostro desfigurado de una mujer. Está dibujado con técnica de grafiti acompañado de las palabras “Mátame”, o quizá al revés, la palabra acompañada de la creatividad callejera que es patrocinada, incluso, por una empresa de pinturas y otras organizaciones.Justo ahí se encuentra una parada de camiones en donde decenas de personas a lo largo del día esperan ser transportadas a distintos puntos de la ciudad, mientras, el consciente e inconsciente individual consume la ocurrencia de un grafitero al plasmar en una pared: “mátame” y de pasada, déjame como la mona de la pared.Después de los ataques terroristas del pasado 13 de noviembre en París, Francia, las redes sociales volvieron a proyectar la preocupación del alcance de la violencia, y algunas personas coincidían en reflexionar sobre el mundo que le esperaba a niños y niñas con actos tan crueles como el ocurrido en la capital francesa.Pese a reconocer lo terrible del atentado, no es necesario trasladarnos hasta Europa para —de verdad— preocuparnos por los mensajes con carga violenta que están al alcance de cualquiera, y como ejemplo una de las efemérides más hipócritas que se celebra en el país, la del pasado 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres. Empatía y compromisos que se quedan como cada año en discursos de políticos con escasos avances que mantienen a las mujeres en una situación permanente de vulnerabilidad.Jalisco está en medio del análisis para activar la alerta de violencia de género. Hace unas semanas un funcionario a nivel federal hablaba de la emisión histórica de estas alertas en distintas entidades del país, se atrevió incluso a presumir de los “pasos firmes” que se dan para combatir la violencia hacia las mujeres y lograr un México igualitario ¿Y sabe de qué ha servido? De muy poco debido a que han sido los gobiernos, el actual y el del año que guste, los que no han asumido la responsabilidad de modificar y hacer valer las leyes que garanticen la seguridad de las niñas y las mujeres del país.Al final también queda la parte de la sociedad en donde nacen esos derechos trasgresores que juzgan, vigilan y castigan conductas de las mujeres. La cultura machista que considera que ellas están para atender y obedecer, y si no lo hacen, ofenden a hombres, a los conservadores, a partidos y grupos que, a su estilo, fomentan la violencia al oponerse a que todos disfruten de los mismos derechos y libertades.No se necesita matar, violar o golpear. Una pincelada es suficiente para proyectar una cotidiana dinámica de poder y violencia.
