Domingo, 02 de Noviembre 2025

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Los regalos de los Reyes Magos

Por: Martín Casillas de Alba

Los regalos de los Reyes Magos

Los regalos de los Reyes Magos

Nunca había entendido por qué le habían llevado mirra, incienso y oro al niño Jesús hasta que leo lo que Marco Polo observó cuando pasó por Save en la antigua Persia para luego dictárselo a Rustichello de Pisa, caminando de un lado para el otro, como león enjaulado, mientras recordaba lo siguiente:

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«En Persia se encontraba la ciudad de Sava, de donde partieron los tres Reyes Magos cuando vinieron a adorar a Jesucristo. En esta ciudad están enterrados en tres grandes y magníficos sepulcros. Encima de los cenotafios (los monumentos donde no está el cadáver del personaje a quien se le dedica) hay un templete cuadrado, muy bien labrado y estos sepulcros se hallan el uno junto al otro. Los cuerpos de los reyes están intactos, con sus barbas y sus cabellos. Uno se llama Baltasar, el otro Gaspar y el tercero Melchor.»

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Meser Marco —nos dice Félix Pita Rodríguez en "Elogio de Marco Polo"—, interrogó a varias personas sobre los tres reyes magos y nadie supo dar razón de ellos, exceptuando que eran reyes y que fueron sepultados ahí en la antigüedad. Pero les voy a referir lo que averiguó más tarde sobre el caso y Rustichello tomó nota:

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«Un poco más lejos, a tres días de viaje, se halla un alcázar llamado Cala Atapereistan, lo que en nuestra lengua significa: ‘Castillo de los adoradores del fuego.’ Y esto es la verdad, pues estos hombres adoran el fuego y les diré por qué lo adoran: las gentes de ese castillo cuentan que en la antigüedad salieron tres reyes de esta región para adorar a un profeta que acababa de nacer y a llevarle tres presentes: oro, incienso y mirra, para saber si ese profeta era un dios, un rey terrestre o un médico. Pues dijeron que si tomaba el oro, era rey terrenal; si el incienso, era un dios; si la mirra, entonces era un médico... El niño cogió las tres cosas y, en cambio, les entregó un cofrecillo cerrado. Los tres reyes volvieron después de esto a sus respectivos países y cuando hubieron cabalgado algunas jornadas se dijeron que querían ver lo que el niño les había dado. Y al abrir el cofrecillo se encontraron que tenía una piedra... Los tres reyes tomaron la piedra la echaron a un pozo, ignorando su significado, y cuando la piedra cayó al pozo, un fuego ardiente bajó del cielo y penetró en el pozo. Cuando tal vieron los reyes, quedaron estupefactos y se arrepintieron de haber tirado la piedra, pues era un talismán. Cogieron del fuego que salía del pozo para llevarlo a sus respectivos países y ponerlo en un magnífico y rico templo. Y desde entonces está ardiendo y le adoran como si fuera un dios... Y son numerosos los que adoran el fuego en esta región...»

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Y así es como Marco nos contó esta versión de la leyenda de los Reyes Magos que, a su vez, es la raíz de la otra en donde no hay establo, ni estrella guía, ni reyes que no saben lo que van a encontrar sino que, se preguntan entre ellos, si ese que nació es un rey de la tierra, un médico o un dios. Y cuando regresan a sus países, lo que traen es el fuego que les sirve para adorar al sagrado fuego que Zoroastro había proclamado como el dios supremo muchos siglos antes de Cristo.

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Bueno, así es esto de las leyendas y de los regalos.

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