La única biblioteca de la antigüedad que existe completa hoy en día es la que se encontró a mediados del siglo XVIII en las ruinas de Herculano (ni siquiera las arenas del Sahara, que han sido la fuente de la mayor parte de los escritos de la época que se han descubierto, han conservado una colección tan extensa). Consiste en cerca de 1 800 rollos de papiro que sólo sobrevivieron porque quedaron carbonizados, casi petrificados, por la explosión del Vesuvio del año 79 DC. Quienes los descubrieron creyeron al principio que eran trozos de madera; después vieron que eran “libros”, es decir largas tiras de papiro enrolladas alrededor de un eje de madera. Por lo que se pudo descifrar (lastimando mucho el material) se vio que al menos unos 44 son obras del filósofo epicúreo Filodemo de Gadara (ca. 110-40 AC), profesor de Virgilio.A lo largo de más de doscientos cincuenta años se ha intentado descubrir cómo leer sin abrirlos esos libros de más de dos mil años, cuya superficie enrollada y aplastada es tan negra como un periódico quemado en el horno a 330 grados centígrados. Los sucesivos experimentos fracasaron casi por completo y costaron el deterioro de varios de los rollos. Pero ahora, según informa la revista Nature Communications* del 20 de enero, un equipo internacional en el Sincrotrón Europeo (SEFRI-ESRF) de Grenoble comienza a hacer hablar ese tesoro mudo, gracias a una técnica parecida a la tomografía combinada con los rayos X.Herculano está en las faldas del Vesuvio, frente al mar del golfo de Nápoles, pero hasta cierto punto sufrió menos que Pompeya (que está tierra adentro pero un poco más lejos del volcán) porque en ésta los edificios se desplomaron por completo bajo el peso de piedras y lava. En cambio, Herculano quedó enterrada bajo unos veinte metros de ceniza, que se convirtió en toba volcánica: un sello hermético gracias al que se conservaron intactos edificios de varios pisos, con su mobiliario y todo tipo de objetos dentro. Todavía faltan por excavar muchas hectáreas de Herculano, que era la estación balnearia de postín para los romanos. La llamada Villa (en el sentido italiano) de los Papiros, donde se halló la biblioteca, se cree que fue la casa de campo de Pisón (ca. 100-43 AC), el suegro de Julio César y consuegro de Cicerón, que también era muy cercano a Filodemo, por lo que quizá se trate de la biblioteca del propio filósofo. Los rollos habían sido empacados en sus cajas de madera con la intención de evacuarlos al empezar la emergencia, pero ya no hubo tiempo y el calor de la explosión mató a toda la gente.La mayor parte de los rollos carbonizados están en el Museo Arqueológico de Nápoles, pero también hay algunos en Inglaterra y Francia. Afortunadamente los arqueólogos son pacientes y prefieren dejar las cosas como están, ya sean las ruinas o en este caso los rollos, esperando que haya técnicas más avanzadas que permitan preservarlas y estudiarlas.SABER MÁSDáte una 'vuelta'Visita el sitio web de la revista 'Nature Communications' para conocer más sobre el estudio que está por realizarse, a fin de rescatar un valioso material histórico.