No se trata de los que suben por rocas y peñascos, sino los trepadores sociales, que de la nada y en muy pocos años, alcanzan niveles más elevados en la escala económico-social. Dicen que una característica muy especial de los trepadores es que pasan de la pobreza a la riqueza, sin pasar por la cultura. Es decir que simplemente llegan a tener mucho dinero sin tener la educación adecuada. Por ello, no saben qué hacer con tanto dinero, más que gastarlo en cosas exóticas y extravagantes. Lo dilapidan en tonterías y en festejos rimbombantes sin verdadero sentido. Todo parece iniciarse con un deseo de alcanzar las altas esferas de la vida social, porque crecen deslumbrados ante lo que creen que sucede en las alturas; están convencidos de que es una vida espléndida, maravillosa, fascinante y desde luego es el territorio de la felicidad. Tener dinero y rozarse con la crema y nata de la sociedad es una experiencia de palabras mayores. Algunos analistas de este fenómeno humano lo identifican con un sentimiento de inferioridad y miseria, que los lleva a compensarlo con base en crear todo tipo de fantasías e ilusiones de lo que es sentirse rodeado de la gente que ellos consideran como superiores. No importa el medio, es el fin lo único que hay que conquistar. Y por supuesto, están dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo. Una manera muy típica es la de casarse con alguien rico y poderoso, si hay que fingir el amor o tener doble vida, no importa. Lograr la meta es lo que vale. Una receta muy común entre los escaladores es acercarse a los que ya tienen dinero y poder; aprender cómo es que lo hacen e imitarlos. Si hay que ser servil o humillarse tampoco importa, porque sólo así se consigue lo que se busca. Otra sicología muy extendida entre los escaladores, es el mundo de la corrupción y el delito. Es una vía corta y efectiva para obtener riqueza y altos vuelos. Así que todo lo que se pueda hacer se vale. Estar en las alturas es la meta, no importa la escalera. Claro que son egoístas, manipuladores, controladores, celosos, altivos y muy asertivos para lo que hacen, pues el poder de conquistar es una habilidad a su alcance para escalar con eficacia las posiciones que desean. Si hay que pisotear, eliminar, engañar o utilizar a los demás, no es ni impedimento ni obstáculo. Se hace porque se hace; pese a quien le pese, va con todo. Van tan rápido y con determinación, que dejan a un lado la cultura, la civilidad y el saber. Sólo les interesa lo que los ayuda a escalar. Lo demás no es atractivo. Así que por ello, cuando empiezan a tener dinero y poder, usan el dinero para adquirir lo que ellos consideran les da estatus aristocrático; entonces compran y usan las cosas mas ridículas y fuera de la elegancia. Se hace evidente que se trata de un escalador.