Viernes, 10 de Octubre 2025

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Las otras batallas del Conde de Lorencez

Por: Carlos María Enrigue

Las otras batallas del Conde de Lorencez

Las otras batallas del Conde de Lorencez

Hoy se celebra un día con gran relevancia en la historia nacional, y pésimamente comprendido por la comunidad mexicana y americana en los Estados Unidos. Y es que, en un país en el cual el record militar deja bastante que desear, hubo un momento en el que un ejército mexicano plantó cara y derrotó contundentemente a un ejército poderoso sin necesidad de ardides políticos, ni de actos de corrupción ni de otra circunstancia que pudiera desmerecer el valor auténtico de la victoria.

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Sin embargo muchas veces olvidamos a algunos de los personajes que pelearon en dicha batalla, concentrándonos como es más natural en nuestros héroes y debatiendo si el mérito es de Juárez, de Zaragoza, de Negrete, de Díaz o de quien sea de nuestras simpatías. Así el juego que tuvieron personas como Juan Nepomuceno Almonte – hijo biológico de José María Morelos y Pavón – O´Horan o Leonardo Márquez, pasa casi siempre olvidado y junto con ellos, salvo para hacer referencia a la frase de superioridad, que acabó siendo su perdición, está Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez.

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¿De dónde venía esta persona que sin conocer solemos despreciar? ¿era un inexperto este general? ¿qué fue de su vida tras su desastre?

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Es importante señalar que en efecto, parte de sus méritos consistían en haber nacido dentro de un seno familiar aristocrático, sin embargo, lo mismo podría decirse de la absoluta mayoría de los primeros cuadros militares del mundo entero, y es que en aquella época – no tan distinta a la actual – pesaba más el apellido que propiamente las cualidades individuales del sujeto.

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Esto, bajo ninguna circunstancia significaba que el conde de Lorencez fuera un inexperto o incapaz. Habiendo estudiado en Saint – Cyr, el señor aparecía con todas las tablas para dirigir una expedición militar puesto que dicha institución era de donde salía la crema y nata de los oficiales franceses.

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Aún más, el conde había participado con éxito en batallas importantes que respaldaban la decisión de Napoleón III de darle el mando de las tropas. Y es que el señor Latrille estuvo en Argelia en 1852 – donde obtuvo el grado de coronel – y más tarde peleó en la guerra de Crimea (1853 a 1856) – donde se convirtió en general – y en la batalla de Solferino (1859), cuya dureza impactó tanto al empresario suizo Herny Dunant como para fundar la Cruz Roja Internacional.

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Esos dos últimos conflictos sirvieron para que Francia resurgiera poderosa después de la humillación de Waterloo y recuperara su peso mundial. Así, con el orgullo restablecido es como se decidió intervenir en México para frenar el avance de la influencia norteamericana en latinoamérica – concepto por cierto acuñado por el emperador Napoleón III pretendiendo así establecer lazos entre Francia y estas tierras.

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Por ello, con todo ese bagaje, más el hecho de que estuviera emparentado con la emperatriz Carlota, resultaba natural la decisión de poner a Lorencez al frente de las tropas francesas. Sin embargo, su soberbia y negativa a recibir consejo de sus aliados mexicanos, lo condujo a una derrota que en Francia nadie recuerda – peores han sufrido como Agincourt, Waterloo y Sedán – y que para nosotros es motivo de orgullo nacional.

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Derrotado y despojado del mando, Lorencez regresó a Francia, donde los días de gloria de Argelia, Crimea e Italia ya no volvieron y sí la más grave de las derrotas en Sedán, donde cayó preso junto con Napoleón III, sin que volviera jamás a recibir mando militar alguno.

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