Por: María Belén SánchezEste tema ha sido siempre un renglón privilegiado y muy recomendado, ya que siempre se ha insistido en que “la familia que reza unida, permanece unida”.Y así como los alimentos se comparten mejor en familia, tanto más la oración que es alimento para el alma, es bueno compartirlo juntos en una dinámica que siga dando vida a la unión familiar que en resumidas cuentas es lo más propio que tenemos.Tradicionalmente se ha privilegiado el rezo del Rosario porque es una oración litánica, fácil de recordar y que al repetirla va abriendo surco en el corazón de los participantes y creando esa unión de mente y de sentimientos que de veras unifica.Actualmente, en momentos cruciales como los que vivimos, es muy bueno retomar la devoción a la Virgen María e invocarla con el Santo Rosario para pedirle la PAZ. Esa paz que tan deteriorada anda en todos los ámbitos de nuestro mundo.Primeramente tendríamos que pedir la paz para nuestro corazón, porque es allí donde germina la semilla de paz que va a expandirse y a repartirse como en círculos concéntricos, primero a nuestro entorno cercano, luego a los vecinos, a nuestra ciudad, a nuestra Patria y puede llegar su influencia al mundo entero.Rezar el Rosario es algo repetitivo, pero no rutinario, mientras oramos el Padrenuestro y las diez Ave-Marías de cada misterio, vamos meditando los misterios de la Vida de Jesucristo y de la Virgen Santísima, que tradicionalmente tenemos ya distribuidos en los días de la semana, pero que pueden variar según las circunstancias o la devoción personal.Misterios Gozosos. Contemplamos estos misterios para dar gracias a Dios por la vida, por la familia, por todo lo bueno y bello que Dios nos da en lo rutinario de cada día.Misterios Luminosos. Es oportuno rezarlos cuando sentimos más vivamente la necesidad de acercarnos a Dios, cuando nos hace falta su gracia y su ayuda espiritual o cuando es más evidente su ayuda.Misterios Dolorosos. Meditamos estos misterios que nos hablan de la Pasión y muerte de Jesucristo por nosotros cuando sentimos el dolor en carne propia; cuando queremos orar por los que sufren, por las víctimas de los desastres naturales o también y sobre todo cuando la muerte toca a nuestra puerta.Misterios Gloriosos. En momentos de triunfo, en el éxito, cuando sentimos el corazón rebosante, o cuando miramos al cielo y a la felicidad eterna que nos espera, porque Dios nos la ha prometido por medio de Jesucristo nuestro Señor.En fin, si desglosáramos detenidamente todos estos momentos en los que se hace bueno y necesario rezar,encontraríamos una lista muy larga, y para todos está siempre atenta y presente la Virgen Santísima María que es nuestra madre, que nos ama y nos escucha y que tiene a la mano y en su mano, la misericordia de Dios para atendernos en cualquier circunstancia.Con cariño M. B.