Martes, 28 de Octubre 2025

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La navidad y la izquierda

Por: Enrique Toussaint

La navidad y la izquierda

La navidad y la izquierda

Nunca he entendido la obsesión de algunos militantes de la izquierda con amargarle las celebraciones a la gente. Qué si México gana un partido de fútbol, no falta el muy astuto en las redes sociales que nos recuerda que no hemos ganado nada, que en México estamos hasta el cuello de la inseguridad, la corrupción y la pobreza.
 
Como si a algún aficionado fuera lo suficientemente tonto como para confundir un partido de fútbol con los problemas nacionales.
 
Qué si es día de San Valentín, tampoco falta quien se cree muy crítico y nos recuerda que el festejo es sólo producto de la mercadotecnia y el consumismo capitalista.
 
Y qué decir de Navidad, la fiesta anual por excelencia, también parece quien muestra su conciencia a prueba de balas o para criticar el pasado negro de la Iglesia Católica o para hacernos ver que todo es una mentira elaborada por las corporaciones a nivel mundial que nos manipulan como títeres inconscientes.
 
¿Por qué la obsesión de algunos con repartir culpas a todos aquellos que sólo quieren sentarse con su familia a partir un pavo o tomarse una cerveza? ¿Por qué es tan importante meterse con la navidad o con el día de las madres?
 
Tengo al menos dos explicaciones. Una primera es el infantilismo que tanto daño le ha hecho a la izquierda. Este infantilismo, como lo definiera Pepe Mújica, ex presidente de Uruguay, es la perpetua confusión de los deseos con la realidad.
 
La izquierda parece siempre hablar para una sociedad que no existe. Dificilmente diferencia lo real de lo utópico, porque no conoce a la gente, no conoce sus miedos, motivaciones y pulsiones. Ese infantilismo lleva a que la izquierda comience batallas sin ton ni son, ya sea contra Walt Disney como nos demuestra Juan Carlos Monedero en su último libro, contra Mc Donalds como vemos en las canciones de Ska-P, o contra la navidad, como vemos en las redes sociales de estos ilustres críticos.
 
En lugar de concentrar los esfuerzos de transformación en otras arenas como la redistribución de la riqueza, la regeneración democrática, la recuperación de los espacios públicos o el blindaje a los derechos sociales, la neo-izquierda entiende que su enemigo es Santa Clos, el Cupido de San Valentín o el payaso de Mc Donald. Tanta energía desperdiciada. 
 
En segundo lugar, el divorcio de la izquierda con los planteamientos liberales de la tolerancia y la autonomía del individuo. Una parte de los activistas de la izquierda se definen como anticlericales, pero operan en muchas ocasiones con el mismo fanatismo y ceguera que muchos fervientes religiosos. Ahí tenemos la “culpa”, instrumento religioso por excelencia para obtener la devoción de los feligreses. La izquierda culpígena, la que olvida su compromiso con la libertad individual, y por lo tanto se la pasa repartiendo culpas en asuntos tan nimios como el fútbol o los que se van el fin de semana de compras a un centro comercial.
 
Si consumes comida rápida, mal. Si festejas navidad, eres un yanqui. Si compras ropa de marca, un burgués sin valores. Si festejas San Valentín, un individuo hueco. Si escuchas música comercial, eres un popero vacío. Culpas, culpas y más culpas. 
 
Para alcanzar el poder en este país, e incluso en Jalisco, la izquierda debe dejar al lado ese infantilismo de buscar convertir a la sociedad y aceptarla como es. Usar la seducción y no la culpa, respetar los hábitos y escoger sus luchas políticas.
 
Yo me defino de izquierda, social y liberal, creo en la redistribución, el papel del Estado, la ampliación de lo público, pero también las libertades liberales, las instituciones y la ley. Una izquierda liberal, social y democrática es posible siempre y cuando nos concentremos en las batallas importantes como explicar por qué una sociedad más equitativa es mejor para todos; por qué distribuir la riqueza es un paso inexcluible para combatir la inseguridad; por qué no es justo que los homosexuales no se puedan casar o por qué una mujer que aborta nunca debería estar tras las rejas; y por qué lo mejor para todos es concentrarnos en los que más sufren y en aquellas personas que no tienen ni para llegar a fin de mes. Olvidémonos del payaso de Mc Donald o de pensar que la navidad es el colonialismo cultural del imperialismo. No perdamos el tiempo. 

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