Viernes, 26 de Julio 2024

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La inteligencia que nos falta

Por: Jorge Fernández Menéndez

“Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información”, decía el científico Carl Sagan. Y tenía toda la razón. El Estado mexicano, como otros, sabe a partir de sus servicios de información mucho sobre muchas cosas, pero no terminamos de contar con una verdadera inteligencia al servicio del Estado. Tenemos, en el sector público, pero también en el privado, verdaderos especialistas en el tema y contamos con instituciones que pueden operar muy bien, pero falta integralidad, una operatividad en el mando que permita que toda esa información fluya hacia un objetivo único, claro, definido.

El lunes el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, informó que se está preparando la integración de un nuevo y verdadero servicio de inteligencia en México, luego de analizar varias experiencias internacionales (y me imagino que después de platicar con los buenos y verdaderos especialistas que tenemos en el tema en México) para definir cómo integrar las distintas instancias que operan en el país, con el objetivo de reforzar la seguridad y el combate a la delincuencia, sobre todo. Se llegó a publicar que lo que se buscaba era la integración de una CIA (por la central de inteligencia estadounidense) mexicana, pero quien lo hizo obvió el pequeño detalle de que la CIA, primero, sólo puede hacer espionaje e inteligencia hacia el exterior (tiene prohibido por ley hacer inteligencia dentro del país), y segundo que esa institución con toda su leyenda detrás, es sólo uno de los engranajes de las más de 10 agencias que conforman el sistema de inteligencia en los Estados Unidos, en buena parte cubierto bajo el paraguas del Homeland Security (otras del departamento de Estado o de la Defensa) pero con amplia autonomía de cada una de esas agencias.

No se trata en México de construir una CIA, sino de organizar una serie de estructuras de información, inteligencia e incluso de operación, que tienen muy poca relación entre sí y, en algunos casos, simplemente ninguna. En nuestro país la Secretaría de la Defensa Nacional, la de la Marina Armada, la Secretaría de Seguridad Pública (ahora Comisión Nacional de Seguridad ya en Gobernación), el Cisen (también en Gobernación) y la PGR tienen áreas importantes de inteligencia e información. Plataforma México es un instrumento importantísimo en ese sentido, pero también sobre todo el Ejército y la Marina cuentan con servicios diferentes, pero ambos muy eficientes. Pero más allá de esas instancias, incluso en el Gobierno federal, hay áreas que cuentan con servicios mucho más específicos que cumplen con algunas de esas tareas. Y prácticamente todos los estados, aunque sea de manera informal, también cuentan con ellas. Y no existe paraguas alguno que cobije toda esa información.

En este sentido, la decisión de colocar las áreas de seguridad bajo la tutela de la Secretaría de Gobernación adquiere una vez más sentido (es, en términos de la Ley Orgánica de la Administración Pública, una de las medidas más acertadas de esta administración) y establece ese paraguas, sobre todo porque en México, donde no existe una Secretaría de la Defensa única (el Ejército y la Fuerza Aérea por una parte y la Marina por la otra, tienen sus propios mandos y estructuras independientes) y en la cual ésta no se encuentra bajo la responsabilidad de un civil, el espacio más idóneo para crearlo es precisamente Gobernación.

No siempre es necesario que todo esté bajo un sólo mando, quizás sí en un ámbito general, político, pero muchos servicios tienen instituciones o espacios espejo, sobre todo cuando se trata de servicios que deben atender amenazas como el crimen organizado, servicios que se dividen áreas o responsabilidades y que incluso cada una de ellas trabaja o colabora específicamente con otros servicios del exterior. Un ejemplo paradigmático de ello es Colombia, donde existen cuatro sectores de inteligencia que trabajan, tienen la relación, tres de ellos, con diferentes servicios extranjeros y un cuarto en forma absolutamente autónoma. Todos dependen, en su caso, del secretario de Defensa, que en Colombia es un cargo ocupado por civiles (el presidente Juan Manuel Santos ocupó esa responsabilidad antes de ser elegido presidente) y de los que dependen también no sólo las fuerzas militares sino las policiales.

La decisión de crear un nuevo servicio de inteligencia es correcta y puede ser de mucha ayuda en la labor de organizar las fuerzas de seguridad y dotar al gobierno de los instrumentos necesarios para luchar, sobre todo, contra la inseguridad. Asumiendo, por cierto, que la seguridad pública, interior y nacional va mucho más allá de la delincuencia organizada.

Al margen, una magnífica designación la de nuestro muy querido José Carreño Carlón al frente del Fondo de Cultura Económica.

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