Por Xavier Toscano G. de Quevedo Seguimos en estos días admirando y disfrutando de las hazañas y proezas de los atletas que están participando en los Juegos Olímpicos de Londres. En donde por cierto, cinco hermosas y sorprendentes mujeres mexicanas han ganado no sólo las anheladas preseas olímpicas, también conquistaron el corazón y la entrega de una nación entera que se emocionó y vibró con el triunfo de ellas, de logros muy personales gracias a su atrevimiento, esfuerzo y dedicación, pero sobre todo a un grande sacrificio personal que la mayoría de las personas probablemente no estarían dispuestas a realizar, pero ellas sí, por lo cual ya están inscritos sus nombres con letras de oro, en la lista especial de los dioses del olimpo. Pero la fiesta deportiva avanza cada día, todavía hay muchas disciplinas por realizar y los triunfadores continuarán recibiendo sus preseas y los ramos de flores como signo histórico de la corona de olivos que los antiguos helénicos otorgaban en sus juegos que se realizaban aproximadamente 800 años antes de nuestra era, simbolizando el existió, la victoria y honor de los que competían en sus festividades. Con estos principios “honor y lealtad” Pierre de Fredy, barón de Coubertin, rescata para la humanidad los Juegos Olímpicos de la era moderna que dan inicio el 6 de Abril de 1896 en la ciudad de Atenas en el Estadio Panatinaiko el Rey Jorge I pronunciaba el discurso inaugural declarando abiertos los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna que albergaban a los primeros 190 atletas provenientes de 13 países. Hoy esta magna justa reúne a miles de competidores de todo el mundo, pero la idea y los sueños de Pierre de Coubertin, se ven empañados en ciertas ocasiones por la ambición y deshonestidad de algunos competidores que en su afán de conseguir el triunfo violenta y desvirtúan El Espíritu Olímpico utilizando métodos y substancias químicas prohibidas, para tratar de elevar su rendimiento llamado dopaje, acto que da como resultado la inhabilitación, descalificación y expulsión de aquellos que las han utilizado, convirtiéndose en una deshonra y desprestigio para el atleta que finalmente acaba dañando también a su país. Sin embargo al parecer esta nociva práctica no es privativa exclusivamente de los atletas, también en la fiesta brava han surgido casos de alarma en algunos festejos y recuerdo uno muy connotado que sucedió en la plaza de Vista Alegre de la ciudad de Bilbao, un miércoles 18 de Agosto de 2004, en donde trascendió la noticia de que se habían utilizado medicamentos o drogas para modificar o disminuir el comportamiento de los toros lidiados. La denuncia fue presentada en su momento por el ganadero de San Martín, José Chafik propietario del encierro, que por esos años tenia su finca en la localidad de Azuaga provincia de Badajoz, quien manifestaba la extrañeza que le causó el comportamiento de sus toros durante la corrida en la que actuaban Julián López “El Juli”, Uceda Leal y César Jiménez. Obviamente que esto ocasionó alboroto en toda España, pero con justificada razón el ganadero pidió en su momento a las autoridades gubernamentales que llevaran a cabo una investigación exhaustiva que dieran detalle los hechos y finalmente conocer y sancionar a los responsables de tan desleal situación. Como en los Juegos Olímpicos, en la fiesta brava la utilización de sustancias que modifiquen el comportamiento de los toros también está prohibida y deberá ser sancionado, como podremos leerlo en cualquier reglamento taurino que a la letra dicta: “El toro de lidia constituye un elemento insustituible para el desarrollo del espectáculo, por lo que resulta indispensable y preciso el respeto que a su naturaleza corresponde, evitando las prácticas que de cualquier forma atenten contra su integridad y condición fenotípica y demás elementos que constituyen su morfología y naturaleza”. Qué difícil resulta en numerosas coacciones para las personas actuar con honestidad y limpieza, al parecer existe una cierta inclinación de los humanos hacia lo prohibido y más aún la jactancia de desafiar cualquier norma o autoridad y esta desfavorable y adversa actitud pareciera ser algo habitual en la fiesta de los toros. Se presenta en España pero más mucho más cotidianamente en nuestro país, en donde inclusive los organizadores, actores y participantes del espectáculo taurino, retan cualquier presencia de autoridad o reglamento, tirando por la borda la auténtica y legítima fiesta brava. La situación en el espectáculo taurino nacional es atroz, triste, preocupante, el problema está presente en cada tarde. Fijémonos con todo detalle cómo se cuida, se protege y se vive el olimpismo, desde la antigua Grecia y hoy con el espíritu de Pierre de Coubertin, “El Honor y La Lealtad” es el patrimonio imprescindible de olimpismo – “si se pierde el elemento competitivo y la rectitud, el deporte no tiene sentido”- declaró Craig Reedie, vicepresidente del Comité Olímpico Internacional. Qué sabias, incuestionables y categóricas palabras, que bien deberíamos apropiarnos en la fiesta brava, en la que su Majestad El Toro Bravo, es el único que marca la legitima y autentica verdad.