Martes, 21 de Mayo 2024

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Jaume Mor, un catalán en El Batán

Por: Diego Petersen

Jaume Mor, un catalán en El Batán

Jaume Mor, un catalán en El Batán

A Daniela y Alejandra

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No me canso de repetir que el principal factor de atracción de talento a Guadalajara son sus mujeres. El caso de Jaume Mor no fue diferente: atraído por una hermosa tapatía, llegó a Guadalajara por primera vez hace 30 años y desde 1998 decidió que ésta sería su casa.

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Conocí a Jaume Mor en la sala de prensa del Mundial México 86. Él era fotógrafo del Periódico de Cataluña; yo uno de los cuatro encargados de Servicios Técnicos de IMB. No era edecán, faltaba más, era ede-gato: mi trabajo consistía en retirar las máquinas de escribir que dejaran de funcionar, sacar una nueva de la caja y conectarla. Punto. El suyo, mucho más interesante, era perseguir a la Selección Española, aquella del Buitre, Michel, Gordillo y Zubizarreta, a donde fuera.

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Mor se enamoró primero de una tapatía y luego de Guadalajara. Venía cada año y como buen workaholic prefería pasar sus vacaciones en la redacción de Siglo 21 que tirado en un sillón. Con gran generosidad, en 1995 me abrió las puertas de El Periódico de Cataluña, del que en ese momento era editor gráfico. Cuando decidimos emprender la aventura de Público invitamos a Jaume a diseñar el nuevo diario. Fue entonces cuando se trasladó a vivir a Guadalajara e instauró en Público lo que los editores bautizaron como “la dictadura del diseñariado”: Jaume nos enseñó que el buen periodismo tenía que ir de la mano de un buen diseño, que al igual que en la política, en el lenguaje editorial la forma también es fondo.

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Mor se adaptó a Guadalajara y pronto se convirtió en un tapatío más. Participó activamente en la vida cultural de la ciudad. Hijo de la generación de la Barcelona de 1992, en su paso por esta ciudad fue promotor de iniciativas como Libros Libres o el homenaje a Cervantes a través de la transcripción a mil manos de El Quijote. Fue un animador de la Feria de Libro innovando en los stands de Ediciones B, que dirigía en México desde Guadalajara, y un activo de las mejores causas ciudadanas. Vino a Guadalajara para estar con su hijas y siempre luchó por dejarles una mejor ciudad de la que él encontró al llegar a finales de los años noventa.

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Los últimos años de su vida estuvo al frente del área de diseño de El Informador y acompañó y gestionó proyectos editoriales de lo más diversos, fueran literarios, académicos o ciudadanos. A final de sus días el catalán parecía más del Batán que de Poblenou.

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Ayer en la madrugada Mor se fue, sin despedirse, con mil ideas en la cabeza y decenas de proyectos en marcha. Gracias maestro; gracias Jaume. Descansa (y trata de dormir un poco).

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