Jueves, 25 de Abril 2024

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Instrucciones para dar el pésame

Por: Dolores Tapia

Instrucciones para dar el pésame

Instrucciones para dar el pésame

La verdad es que este último mes me he cargado un humor negro tamaño contaminación global. Imagino —le digo a mi psicóloga— que es por el reciente fallecimiento de personas muy queridas.  O quizá también por este tétrico tema de un país lleno de heridas… cómo ahí qué hacemos… ningún 15 de septiembre cabe entre todos nuestros muertos…

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Bueno, estaba yo en los sepelios (disculpe usted mi insistencia) y como parece que no es lo duro si no lo tupido, le diré algo: He aprendido muchísimo de los comportamientos en los velorios. Y quisiera acotar que aunque pueden ser un evento social (lo son), son en sí mismos rituales (amorosos y espirituales) para despedir a alguien amado. ¿Por qué asistimos a estos rituales? Le daré opciones:

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1)Despedir al fallecido (porque era su amigo(al), su tío (a), su abuelo (a), su mejor compadre, su mamá.
2)Acompañar a la familia (eran sus vecinos, amigos de la infancia, compadrazgo o vaya usted a saber).
3)Acompañar a su pareja (cónyuge o novio de turno).
4)Porque ama los velorios o el café.
5)Todas las anteriores.

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Yo entiendo esa parte del evento de fenómeno social, pero también es un evento muy trémulo, frágil y sumamente sensible. O sea, no vaya usted a los velorios como si fuera a un coctel. Cuide su boca.

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Estas son tres cosas que usted NO debe decir (hágame caso):

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1) “Sé lo que estás pasando”, si usted no lo sabe. Si a alguien se le murió, digamos, su abuelita y usted aún goza de la dicha de tenerla viva y a su lado, pues básicamente no diga barrabasadas. La gente lloramos, sufrimos pero no dejamos de pensar “¿eh?”, aún en duelo.

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2) “Dios ya tiene un angelito”, básicamente a quien arde de dolor por su padre, su madre y su hijo, no le importa su opinión acerca de la familia celestial.

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3) “Llámame si necesitas algo, ¿ok?”.

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Esta de verdad se merece el récord olímpico de la inconsciencia. Una persona que sufre de una pérdida para siempre de alguna persona que ama, no solamente está triste, también está ocupado —si el fallecido es cercano— en trámites, tiene bajones de ánimo, seguro no ha comido, seguro se siente solo, no ha dormido y todo eso, ni él mismo suele saberlo entre el shock, la incredulidad y la burocracia.  Lo propio es buscarlo personalmente —si le interesa— donde sea (hospital, Semefo, velatorio, etc)  párese enfrente y abrácelo, no son importantes las palabras, es importante hacerle sentir que usted está ahí, no que le llame si necesita algo, que usted está ahí para cuando él se derrumbe. Eso es el amor. 

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