Viernes, 26 de Julio 2024

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Incongruencias…

Por: Francisco Baruqui

Si con un verdadero afán de autocrítica, despojados del sentido patriotero enmarcado en la demagogia de la soberanía, pretendemos analizar con autenticidad realidades tanto históricas como actuales de nuestro país, deberemos de reconocer que no, no ha sido la congruencia una de las cualidades que le caracterizan.

Y créalo lector amigo que mis letras sigue, que muchas de las inconformidades que la ciudadanía ha tenido, tiene y ojalá que dejara de tener para con los gobernantes, —lo que sería plausible porque se debería a un verdadero cambio—, sería precisamente que fuesen congruentes con lo que en pomposos y espectaculares discursos pregonan, y los hechos contrastantes que luego llevan a cabo.

Años atrás, en la sobremesa de una cena en Madrid conversando con un buen amigo, destacado miembro del cuerpo diplomático mexicano, quitándose la máscara impuesta por su respetable cargo, en confianza me confesaba lo vergonzantemente inútil que resultaban las llamadas reuniones “Cumbres” de países modestos, muy modestos, modestísimos algunos, pertenecientes al tercer mundo, de las que de no ser los reflectores deslumbrantes, de poco, muy poco, poquísimo servían.  Así…

Así, finalizada la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, —la Celac, de la que seguramente tanto habrá leído y no reconocía su larguísima denominación—, sin dudar de positivas intenciones y propuestas, que luego no se llevan a cabo las más de las veces, pero que sirven para el lucimiento oratorio de los representantes protagonistas, el Presidente Peña dio el espaldarazo a Cuba reconociendo su “liderazgo”, gracias al cual su proyección a nivel mundial cobra fuerza.

Mucho discurso y sobrado relumbrón, provocando una inconformidad fehaciente del Gobierno estadounidense, y todavía con más, visitando al dictador Fidel Castro dándole el sitio casi de Redentor, legitimando, —aunque reconocerlo no quieran—, su dictadura basada en el sojuzgamiento, violaciones a los derechos humanos sin el viso menor de un sentido de democracia y, fundamental, bajo la premisa del antiimperialismo latinoamericano, que fomenta el odio a la nación norteamericana por gobiernos centro y suramericanos, que tienen hundidos a sus pueblos en el atraso de crisis permanentes, que han desbocado las carencias que padecen y la lógica inseguridad y delincuencia derivada por la falta de oportunidades de progreso.

No hay más que ver el eje latinoamericano integrado por Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y la vapuleada Argentina con otros más de menor fuste, para ver las condiciones en las que están.

Sí, se habló de libre comercio para la región, cuando golpeando la economía de la población mexicana con reformas, misceláneas y medidas que tienen a los ciudadanos golpeados e inquietamente molestos, se condona a Cuba, o a sus dueños, los Castro, como se prefiera decir, el 70% de su deuda con México, miles de millones, a sabiendas que el 30% restante queda en la duda del cómo y cuándo se pagará habiendo la posibilidad futura de otra nueva condonación.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN.

Y…  PENSÁNDOLO BIEN, mientras no se reconozca que para el libre comercio es fundamentalmente indispensable la inversión en economías abiertas a las leyes del mercado que enmarcan la competencia global, la continuación de gobiernos desconfiables sin sentido democrático, firmes en ideologías obsoletas fincadas en sentidos comunistas inoperantes en el mundo de hoy, cobrará vigencia una frase muy venezolana que reza: “SE JUNTAN LOS MOCHOS PARA RASCARSE…”.

Reflexionarlo pues, para darse cuenta de una vez por todas que no, no puede haber, —aunque así quieran hacerlo ver—, CONGRUENCIA EN LAS INCONGRUENCIAS…

Atiéndalo, por favor, Señor Presidente…

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