Hemos venido describiendo parte de los elementos que intervienen en la nutrición de un vegetal; habida cuenta de las funciones especificas de cada uno así como de su interacción en la fisiología y movimientos metabólicos en la colaboración anterior llegamos a exponer el potasio. En la presente y continuando con la gama de fertilizantes de nutrición requerida hablaremos del CALCIO. Este elemento de funciones varias como la de sus hermanos, tiene la particularidad de activar la dureza de tejidos primariamente. Otro elemento de acción colateral es el Magnesio. Existe la tendencia por cierto muy generalizada, de considerar al calcio exclusivamente como enmienda del suelo, y, percibiendo criterios casi se llega a abusar de la acción de enmienda, cuando no se utilizan los materiales adecuados y estos, en el momento son la cal agrícola, la cal “viva” y la calhidra; consideremos que el suelo como las plantas tiene necesidades de estos materiales cálcicos los cuales, aplicados razonadamente pueden pasar a ser parte de la reserva de nutrientes del suelo, lo que no nos garantiza necesariamente su presencia en la nutrición de la planta. La aplicación de tales tipos de material tiene como fin elevar el p H de los suelos ácidos a un valor más favorable; por otra parte, mejora la estructura de los mismos. Al lado de estos defectos de acción directa, el calcio es, también, un vital elemento en la nutrición vegetal. Si bien, la cantidad que se requiere para producir un cambio en la reacción del suelo es demasiado elevada, bastan solo pequeñas dosis de calcio para cubrir la demanda de la planta. De ahí, que aun en suelos fuertemente ácidos exista, por lo general, suficiente calcio para la nutrición adecuada de la planta. Es el caso de los suelos rojos de nuestra región Alteña. Por tales razones, y por contenerle muchos fertilizantes como componente secundario,se venia aplicando un criterio muy estrecho dándole poca importancia practica como nutriente vegetal. Así como en el caso del potasio, las funciones del calcio dentro del metabolismo vegetal son también, en gran parte, de naturaleza químico-coloidal; conjuntamente pues con otros iones regula el estado de turgencia del plasma coloidal, lo cual es necesario para la realización normal de las reacciones metabólicas. De esta manera el calcio influye sobre la economía acuosa de la planta, sobre los carbohidratos proteicos del metabolismo graso, y sobre muchos otros procesos fisiológicos. Al mismo tiempo, los efectos del calcio y del potasio son de carácter antagónico mutuo. Observemos que contrario a la acción del potasio, el calcio causa la contracción del plasma, con lo cual fomenta la transpiración y la reducción de la absorción del agua. De ahí que la óptima relación potasio/calcio resulte ser de enorme importancia en el favorable equilibrio acuoso de la planta. Un exceso de calcio inhibe la asimilación del potasio, y viceversa. Este elemento desempeña cierto papel en la neutralización de los ácidos orgánicos de la planta; así como también es importante en la absorción del nitrógeno. De acuerdo con sus funciones, la mayor parte del calcio se encuentra en estado soluble, o bien formando compuestos poco estables con los coloides del plasma. Como elemento estructural se le encuentra presente solo en la pectina cálcica de la laminilla media de las paredes celulares. En este sentido, el benéfico efecto del calcio tiene gran importancia en la firmeza del tallo. Para su desarrollo normal las raíces de la planta necesitan una cierta cantidad de calcio. Mientras que el potasio y el sodio fomentan el crecimiento de elongación (alargamiento), el calcio, por el contrario, lo impide. Su exceso puede inducir no solamente a la manifestación o síntomas de deficiencia potásica, sino también a la de elementos menores, tales como el hierro, boro, zinc, cobre y manganeso, los cuales describiremos posteriormente. El calcio se acumula particularmente en las hojas adultas, resultando por ello ser reducido su contenido en las hojas jóvenes, frutos y semillas. En contraste con el potasio, el calcio tiene poco movimiento de traslación en la planta, acumulándose especialmente en los tejidos adultos. Conforme a ello, los síntomas de deficiencia de calcio los podemos detectar primeramente en los tejidos más jóvenes, en los ápices radiculares y en las hojas que circundan los ápices vegetativos. Para diagnostico y síntomas los márgenes foliares sufren una clorosis que, en comparación con las de las hojas deficientes en potasa, se desvanece gradualmente sobre los tejidos sanos. Así mismo sufren ondulaciones irregulares que a veces nuestros amigos productores confunden con falta de agua, mostrando también, junto con los síntomas cloróticos, efectos de moteado o chamuscado color café. Queremos inducir a nuestros amigos productores vayan adquiriendo equipos de análisis foliares los que, aparte de que obtengamos una lectura precisa del estado de nutrición de nuestros cultivos, cumplen la función de equipo de campo por ser portátiles.
