Jueves, 09 de Octubre 2025

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Huele a gas

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

Huele a gas

Huele a gas

La expresión “huele a gas” la usamos cuando algo huele a podrido; ahora es aplicable al desmesurado aumento al precio de los combustibles. Vienen al caso las palabras del Presidente Adolfo López Mateos en el acto de la nacionalización de la industria eléctrica el 29 de septiembre de 1960: “Les devuelvo la energía eléctrica, que es de la exclusiva propiedad de la Nación, pero no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del País intentarán por medios siniestros entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros”.

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En realidad, la reforma energética fue la mejor forma de rescatar los recursos petroleros del poderoso sindicato que lo ha explotado en su beneficio y de paso enriquecer a funcionarios, concesionarios y contratistas allegados al régimen en turno. Pemex nunca fue del pueblo de México, sino de un grupúsculo de privilegiados que lo han explotado y lo siguen haciendo, el sindicato y los altos funcionarios de la paraestatal que saquean a la empresa al grado de que la dejan endeudada e inoperante, con instalaciones obsoletas y  peligrosas, que han provocado cientos de muertos en diferentes explosiones, como las de San Juanito y Guadalajara por nombrar las más siniestras.

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Es mentira que las gasolinas estén subsidiadas; con los altos impuestos que la sangran no es más que devolverles un poco de lo que le han quitado a Pemex, porque se les pasó la mano. Es mentira también que la libre importación de combustibles se traducirá en una disminución de precios a los consumidores; porque no podrán bajar los precios los importadores mientras se mantenga el impuesto del IEPS de cuatro pesos por litro, además del IVA.

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Antes del aumento, en los últimos tres meses el precio promedio en los Estados Unidos fue de 64 centavos de dólar por litro, que al tipo de cambio de 20.73, es 13 pesos con 25 centavos por litro. Ahora nos costará un 20% más que en los Estados Unidos.

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Entre las explicaciones que el gobierno da sobre los motivos que justifican el gasolinazo, lo más creíble es que los precios elevados  buscan atraer inversionistas privados que concursen en un mercado que representa 180 millones de litros diarios de combustibles. Las causas por las cuales son más altos los precios de las gasolinas en México, son por los altos impuestos que se pagan  y por las inversiones que se requieren para  un mercado nuevo, y se tendrá que seguir dependiendo de las importaciones porque no es costeable refinar el petróleo en México por la imposibilidad de recuperar la inversión a corto plazo, dado que en los próximos diez años bajará el consumo de combustibles por la nueva tecnología de automóviles híbridos y eléctricos.

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Por otra parte, la actitud del Congreso que “está trabajando para nosotros”, es la de guardar absoluto silencio al respecto, por algo será que se les dio el jugoso aguinaldo. Recordemos a Don Porfirio, cuando se alborotaba el Congreso decía: “hay que maicearlos”. Lo menos que pueden hacer nuestros ilustres diputados y senadores es solidarizarse con el pueblo y renunciar a los vales de gasolina que a ellos y a buena parte de la burocracia nacional les pagamos con nuestros impuestos.

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