Es la consigna que le sentencian a muchos adictos para que entiendan que están mal.Pero la realidad es que no siempre es así. Es más, el ideal es que no necesiten llegar a ese extremo para que puedan entender que las cosas pueden empeorar mucho más.Tocar fondo es llegar a las peores condiciones que puede sufrir un ser humano. Y esperar a que suceda esto, de una u otra manera, me resulta una crueldad humana.Es mucho peor, cuando se procura e induce a que llegue a semejante estado, haciéndolo sufrir con espantosas torturas, con el vil propósito de que entienda que está mal y que no debe de seguir en su maldita adicción.Los hechos han demostrado que miles de personas han comenzado su rehabilitación, a partir del susodicho “tocar fondo”.Y lo que deseamos es precisamente que no se tenga que llegar a ese grave punto, sino que la conciencia de reconocer que se está mal, inicie mucho antes de que lleguen las peores tragedias.Si ya de por si, el ser adicto es un drama que ocasiona dolor y sufrimiento, al que la padece, y muchas veces más a sus familiares ¿Por qué permitir o dejar que empeoren las cosas, sólo para que el adicto entienda que le tiene que parar?Me parece que debemos de encontrar otra opción más humana y justa, que seguir aplaudiendo que sólo las peores tragedias de la vida hacen que un adicto cambie su conducta.La inteligencia humana, a pesar de estar atrapada en los peores vicios, su esclavitud no es perenne e irrompible.Creo en la fe y el poder del amor, especialmente de los familiares más cercanos, y sobre todo el que se debe tener a uno mismo.Antes de que dejemos que toque fondo, vamos intentando que sea el amor, el cariño y el afecto los que motiven su conciencia de rehabilitación y no que el miedo y las peores angustias lo acerquen a las virtudes.Probemos el poder del amor pleno, antes de que toque fondo.Los adictos lo necesitan mucho más, de lo que nos imaginamos.Hagamos todo lo que se pueda, para que no siga la ruta terrible de algún día tener que llegar a tocar fondo.