Martes, 12 de Noviembre 2024

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Guillermo Padrés y el lodazal azul

Por: Jorge O. Navarro

Guillermo Padrés y el lodazal azul

Guillermo Padrés y el lodazal azul

El lunes 6 de junio de 2016, Ricardo Anaya Cortés, presidente del Partido Acción Nacional (PAN) prácticamente no había dormido, pero estaba tan eufórico y activo como el que más. ¿La razón? Era el dirigente partidista más exitoso en el país: su partido se despertaba con la novedad de que en al menos siete estados del país había ganado la gubernatura después de las elecciones de la jornada previa. Ebrio de autoestima y optimismo político, Anaya reiteraba en cadena nacional que aquella era una victoria electoral histórica y adelantaba: “estamos listos para 2018”.

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Cinco meses después, el joven político que se dio a conocer por aquel eslogan “¿a poco no?”, se enfrenta al otro lado de la moneda: el escándalo de la administración de Guillermo Padrés Elías, ex gobernador de Sonora, ahora buscado en 190 países después que la Interpol emitió ficha roja en su contra, que equivale a una orden de detención inmediata.

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El caso de Padrés Elías no es nuevo y entrega muchas lecciones. Quizá la primera y más importante es que las urnas no garantizan gobernantes honestos y eficaces. El ahora panista sin derechos partidistas llegó a la gubernatura sonorense e inauguró la alternancia gracias a que los habitantes de aquella Entidad castigaban al Revolucionario Institucional (PRI) por el vergonzoso caso de la Guardería ABC… hoy saben que la impunidad no tiene límites.

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Guillermo Padrés, un empresario que jamás hubiera ganado el cargo sin el incendio de la guardería, hoy está acusado de defraudación fiscal y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Existen además tres centenares de expedientes que involucran a 200 de sus colaboradores en casos de corrupción.

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El PAN de Ricardo Anaya, que se aprestaba a regresar a Los Pinos en 2018, no es la gran opción, como lo asegura su joven y hábil presidente.

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Es más, el lodo de Padrés alcanza a mancharlo, sobre todo después que el presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, acusó públicamente que Anaya Cortés se reunió con el ex gobernador de Sonora sabiendo que ya había una orden de aprehensión en su contra, y al no denunciarlo, se convirtió en su cómplice.

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Es una cuestión de fechas. Pero tanto Anaya como los comunicados oficiosos del PAN rechazan que ese encuentro haya existido.

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Para el presidente panista apenas es el comienzo de sus problemas. Cuando arribó al máximo cargo partidista, impulsado por su ex amigo Emilio Gustavo Madero, emprendió una campaña contra la corrupción interna que, seguramente, no imaginó que acabaría por involucrarlo.

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Es una ironía que su colega del PRI, Enrique Ochoa, ahora le eche en cara lo que los priistas no pueden ocultar cuando en sus filas hay personajes como Javier Duarte de Ochoa (Veracruz), César Duarte (Chihuahua) y Humberto Moreira Valdés (Coahuila), por citar tan solo a algunos de los más denunciados ex gobernadores recientes.

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A este ritmo, la excepción antes de las elecciones de 2018 serán los gobernantes que no sean acusados por manejos discrecionales del erario y enriquecimiento ilícito.

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La cuestión es que si todos incurren en las mismas faltas, de nada sirven las comisiones anticorrupción internas, ni el sistema oficial anticorrupción. Lo que domina es la impunidad en sus versiones azul, tricolor, amarilla y agregados.

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