Ideas | Gilipollas Por: Carlos María Enrigue 27 de marzo de 2014 - 01:22 hs Gilipollas Pues na, que pasa que hace cerca de dos semanas comenzaron a circular por las redes sociales publicaciones de prensa en las que anunciaban con bombo y platillo que usted ya no solo era ocotlense, sino que podía agregar a su ficha técnica la nacionalidad española y a su credo el judaísmo sefardita, lo que explica por qué siempre que va con el notario de su confianza se la pasa diciendo que los servicios son muy caros a pesar de que fue ese notario quien le dijo cómo podía crear un plan fiscal que le ahorrará millones. Fue en base a esa premisa que mi prima Conchis se puso en un plan nefasto y empezó a mugrosear al resto de la familia, tildándonos de asquerosos indios pata rajada. De plano, su sangronada la llevó a tal extremo que durante estos días solo le dio por comer paella de La Casita, diciendo que los tamales y los sopes de la casa eran comida propia de animales. Uno de los problemas con que se topó la prima es que aun en España los acentos son muy distintos, por ejemplo en el norte hablan muy golpeado y en sur, particularmente en Sevilla, se comen las eses. Cuando la prima oyó esto, lo confundió con las heces, lo cual se le hizo una marranada y mejor empezó a imitar el acento de Ximena Sariñana que, todos sabemos, es el pináculo de la hispanidad. Y así, empezó por pequeñeces, por ejemplo, siempre le cambiaba de canal a las grabaciones que tenía de El Juego de la Oca para reír de las ocurrencias de Emilio Aragón y ver como la más buena de las oquettes, una rusa rubia de pelo corto, le daba besos o tortazos al concursante. Eso y el barbero de Sevilla a quien parecía que le habían metido Krokodil quince minutos antes del concurso. Pues bien, un buen día, cansada de ser nada más española sin contar con pasaporte decidió irse a formar al consulado español que se encuentra enfrente de Centro Magno. Para reforzar su aspecto se consiguió un conjuntito del extinto grupo Locomia, con todo y abanicos lo que le hizo un parotote con el calor africano que ha estado haciendo estos días. Como era obvio ya estaba formado el señor Hugo Sánchez quien estaba tirando un choro de que el ya era español desde hace años, pero que se estaba formando nomás para ver qué se sentía. Por supuesto que nadie le hizo caso pues todos estaban tirando sus mejores pasos de flamenco. Los hombres gritando ¡Olé! Cada que pasaba una mujer mientras fumaban tamaños puros de sabor vainilla. Así, cuando abrieron las puertas, la recepcionista, oriunda de El Arenal, se sorprendió de ver a tanta gente posar de formas tan ridículas por el puro ánimo de cobrar del wealthfare español en lugar del que en días anteriores ofreció nuestro ilustre presidente. Así, hipsters que querían estudiar gratuitamente arte conceptual en Alicante para volver a trabajar aquí al negocio familiar al acabar sus estudios, iban con chaquetillas y monteras de torero. En fin, el punto es que de verdad la gente estaba ilusionada y expectante ante la posibilidad de abandonar este valle de lágrimas americano, cuando, para su decepción, se enteraron por un letrero que el consulado español no validaba en absoluto la información publicada por los medios. A esto la prima armó tremendo pancho aventando latas de frijoles contra los cristales mientras gritaba desaforada “¡Que me entierren en la sierra, al pie de los magueyales!”. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones