Viernes, 26 de Julio 2024

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Feliz Año 2014

Por: Maya Navarro de Lemus

Feliz Año 2014

Feliz Año 2014

Tenía  ganas de escribir ironizando mis gustos, tan peculiares y extraños, por sentirme una Alteña de cepa pura. Nunca voy más que a visitar al Señor de la Misericordia,  no me queda familia periférica, primos segundos que sí se acuerdan de  mí, los mando saludar con especial cordialidad.

Me vine muy pequeña de mi pueblo natal, estudié en el Colegio Reforma, no soy ni mercedaria, ni de las damas, queda claro que vengo del vulgo, pero mi afición a los libros sí venía de allá; recuerdo haber tenido lecturas interesantes a tierna edad, como el Lazarillo de Tormes y Los siete infantes de Lara. Trabajé desde jovencita en una tienda de ropa mexicana (por lo cual no pude acabar mis estudios) que mi madre diseñaba y vendíamos a los americanos… yo no la usaba. Me casé en 1968 con Jesús Lemus, gran conocedor de música clásica, y fuimos a Europa, donde probé por vez primera el salmón ahumado, quedé habituada a ese gusto para siempre; además, fuimos invitados por un disquero español a comer y me preguntó si me gustaban los caracoles, mi respuesta se vio en mi cara de sorpresa. Yo estaba acostumbrada a ir a los “lonches de Gema”. El señor atentamente toma el cubierto especial para este manjar y me lo da; quedé encantada con el sabor y di las gracias, diciendo que había aprendido para qué era el instrumento, pues yo pensaba que era rizador para las pestañas. Después quería ir al Circulo Francés, en lugar de Valentina y el Santuario a sus especiales tortas.

El gusto por la ópera me llegó por un hermano (bravos, pero cultos) que me ponía discos y me decía: “Este personaje de Tosca; se llama Mario Caravadossi”. Lección aprendida y afición nunca olvidada. Este 29 de diciembre acabo de escuchar un concierto por Film & Arts: “Tres estrellas en Berlín”, con Anna Netrebko, Jonas Kaufam y Erwin  Schortt; el uruguayo me sedujo, no creía lo que oía y veía, sugiero escucharlo y verlo si lo repiten: arias nada trilladas, no había brindis de La Traviata, ni Mimis de La Bohemia, todo —casi todo— era nuevo para mí. Así que cuando fui por vez primera a Nueva York, siendo mis hijos pequeños, me  hinque en la 5° Avenida y decía: “Dios mío, ¿por qué no nací aquí?”; ni siquiera me sentía tantito hacia abajo, sino hacia arriba al Metropolitan, y rápido fui a comprar boletos para que escucharan El Murciélago, de J. Strauss, yo encantada y ellos bien dormidos.

La pintura moderna me deslumbraba, así que en el Moma (Museo de Arte Moderno), se me hinchaban los pies de andar viendo tanto Jackson Polock, porque los “Picassos” ya eran cosa pasada. El cine: siempre iba a las de autor, atrayéndome el cine europeo; recuerdo que vi  a Felleni y su Giulietta Masina en La strada y 8½, ponía cara de que sí, pero la verdad no le entendía nada. Aún sigo viendo cine cada ocho días. La lectura, ahí sí de dónde surgí: fue mi madre. Ella me enseñó a valorar a Vasconcelos, seguí con los mexicanos: Alfonso Reyes, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, Juan José Arreola, José María Pérez Gay, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos,  y al tiempo andaba con los latinos: Guillermo Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa, Jorge Amado; posteriormente leyendo un periplo por los mundialmente famosos::   Camus, Döbling, Joyce, Musil, Kawabata, Mishima, Faulkner, Steinbeck, Pessoa, Marguerite Yourcenar, pero como decía Chesterton: “Todos dicen que no le entienden a Bernard Shaw, pero que opinan como él; yo lo entiendo y no opino como él”. Así estoy yo, muy leída, pero no entendida. Eso, sí, con amigas cultas a quienes les aprendí.

No soy nada campirana, ni marina, me gustan las ciudades,  ni que fuera cosmopolita, ¿de dónde? Soy tan tapatía que me gusta estar aquí. Y sigo sintiéndome de Tepa con mucho orgullo, pueblo de gente trabajadora, quizá de ahí me venga lo aguerrida… Por eso acabé haciendo mía la frase de Jorge Luis Borges: “Hay derrotas que tienen más dignidad que las victorias”. Me rindo ante mi supina ignorancia. Y sólo trato de  superarme cada día, por fácil que esto parezca, a mí se me hace difícil; cuánto más leo… más inculta me siento. Feliz Año Nuevo 2014.
 

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