Viernes, 26 de Julio 2024

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Ética y negocios

Por: Sergio Aguirre

Ética y negocios

Ética y negocios

Muchas veces se olvida el sentido económico de hacer las cosas con ética, principalmente cuando de negocios se habla. Un buen trato ocurre cuando, además de lícito, todas las partes ganan, incluyendo en consecuencia a la sociedad. De ahí que sólo podamos hablar de un juego de suma cero —los prolucha de clases creen que toda relación económica es así— cuando se da una relación de depredación: sólo una parte gana en la medida que la otra pierde y es precisamente la ética aterrizada a los negocios (además de la ley) la que evita relaciones destructivas. Donde sólo una parte gana a la mala (o provoca pérdidas sin beneficio alguno) no sólo se afecta a la contraparte, sino a la sociedad en su conjunto, ya que se disminuye tanto la calidad del mercado como su cantidad de operaciones. Acaban dañando el mercado del cual también son parte.

El Presidente Peña, en su viaje a Davos, ha hecho como le corresponde una de sus tareas: promover a México como un gran destino de inversión. Y de hecho así es, pero en potencia y muchísimo más de lo que creemos. Pero estamos limitados, además de por la mala imagen internacional que se tiene de nuestro país como uno muy violento y cruel, por la percepción empresarial global; en México no se cumple con la ley (ni los contratos) porque hay demasiados pillos que la juegan de dizque empresarios, como aquellos políticos que sólo usan su posición para hacer negocios, y porque en gran parte del gremio se juega al abuso en cuanto hay oportunidad.

¿Parámetros éticos en el mercado?, se preguntará el lector. Es casi como pensar en la ética de la política, se dirá. Pero, ya sea de una forma u otra, la perspectiva ética siempre se desdobla “especializada” de acuerdo con la actividad humana de que se trate, aunque sea de forma mínima: así tenemos códigos de ética de acuerdo con cada profesión pero, cuando de negocios se habla, regularmente sólo nos encontramos con esfuerzos individuales donde algunos, además de gestionar adecuadamente su reputación corporativa y de aplicar los principios de la ciudadanía corporativa (cumplir con la ley, cuidar el ambiente, etcétera), realmente adoptan la llamada responsabilidad social corporativa mediante los ya mencionados códigos de conducta y la implantación de sistemas de gestión de la responsabilidad social de las empresas.

¿No será momento de que el empresariado organizado piense en la realización y aplicación de códigos éticos a los cuales se adscriban sus miembros tal como pasa en diversos colegios de profesionistas? ¿Con órganos vigilantes y sancionadores?

Toda adscripción ética implica una aceptación de las reglas legales del juego (que deben ser, además, las menos que se puedan) pero también otro tipo de reglas que atienden a principios que a cambio de cierto esfuerzo y recursos terminan por fortalecer a la empresa y, al mismo tiempo, al mercado en su conjunto. Vale la pena.

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