Por Efrén García¿Para qué ver en escena algo que la literatura se encargó de resolver magistralmente? ¿Cuál es el aporte que se hace en teatro a la obra de Dostoievski? ¿Le concierne a la sociedad actual o es un ejercicio de recreación discursiva? Me pregunté antes de entrar a la sala.Mi sorpresa comenzó con una soberana austeridad de elementos escenográficos, seguida de una ambientación lumínica apacible. Acto seguido, seres abordando desde la fisicalidad textos existenciales. Era un paisaje que sólo en el ejercicio de mi imaginación podía completar.A diferencia de la obra literaria donde el autor marca el paso, en la escena, el director es quien lo plantea, y el público lo sigue, teniendo por opción fugarse. Se necesita entonces de una inteligencia prominente para llevar por los laberintos mentales del criminal al espectador. ¿Pero qué tan eficiente son las decisiones tomadas? ¿Qué tan efectivo es plantear cuadros sin cambios significativos, y que cuando estos ocurran, se prolonguen al grado de lo predecible?El texto es lúdico y pasea aleatoriamente por imágenes a una velocidad inusitada, hallando descanso en situaciones concretas al encuentro del realismo. Al respecto, es eficaz la manera en que los actores alternan personajes, con transiciones modestas pero suficientes para permanecer en el juego de la ficción.Lo que me causa desasosiego es percatarme que no todos los actores asimilan el texto con la misma profundidad, cuestión que se ve reflejada en su desempeño, artificioso en algunos momentos, encarnado en otros, pero finalmente resuelto.Y es que generar extrañeza motriz en los personajes no es garantía de provocar distanciamiento para entender lo que sucede. Falta asumir la posición intelectual desde la cual habla cada una de las voces y manifestarla con todo el cuerpo, para así encontrar la unidad entre Raskolnikov y sus pensamientos.El vestuario, aunque ecléctico, ayuda a elaborar los ambientes pertinentes sin necesidad de edificaciones circundantes; sin embargo, algunos accesorios distraen al espectador al encandilarlo. Por su parte, la música original genera atmósferas que bien ayudan a trazar un mapa completo, aunque a momentos anticipan y magnifican lo que sucede.Es una obra bien lograda sin duda, pero falta la sorpresa: Algo que recuerde que la escena palpita y podría no ser lo que parece. Que guiara mi atención con el mismo interés si conozco o no el texto de Dostoievski. Que me invite a revelar nuevos misterios dentro de lo ya visto, encontrando en el último rincón una habitación no avistada, una motivación oculta del crimen, un pensamiento disidente que sólo pueda revelarse en la experiencia integradora del teatro.• “Escurrimiento y anticoagulantes”, bajo la dirección de Daniel Constantini. Últimas funciones hoy, a las 19:00 horas. y mañana, domingos a las 18:00, en el Teatro Experimental de Jalisco. Boletos: $150 y $100 con descuento para estudiantes, maestros y adultos mayores.
