Viernes, 26 de Julio 2024

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Entrar es fácil, salir un calvario

Por: Cuauhtémoc Cisneros Madrid

Entrar es fácil, salir un calvario

Entrar es fácil, salir un calvario

Contar con  uno o varios créditos hoy en día se puede decir que es algo realmente fácil de conseguir. Usted puede acudir a una casa de empeño y por una prenda le entregan de inmediato un préstamo; puede recurrir a un programa gubernamental (aunque aquí encontrará muchos requisitos de por medio); algún prestamista  de esos que por el módico 10% —diario— le prestarán alguna cantidad, o con los agiotistas mayores, esto es, cualquiera de los bancos existentes en nuestro sobre explotado país, y para pronto quedará usted enlistado y perfilado para convertirse en un gran deudor.

En los pasillos de prácticamente todos los centros comerciales y sucursales bancarias lo tratarán de sorprender con que usted ya tiene un crédito pre autorizado, sólo por el hecho de contar con una tarjeta. Vamos, hasta en los cajeros bancarios le aparece una leyenda ofreciéndole la oportunidad de obtener un crédito dizque especial.

Luego entonces, bastan unos cuantos minutos para que usted pase a formar parte del “prestigiado” y selecto segmento de mercado de los millones de mexicanos que pueden pagar “con el poder de su firma”.

A propósito de calvarios

Hasta ahí se pudiera decir que todo es parte de un proceso de comercialización “normal” (vendedores colocando un producto), pero cuando por algún motivo —el más común es por haberse dado cuenta de que los intereses “se lo están comiendo”, y/o las comisiones e IVA significan un sobreprecio espeluznante— y llega a la conclusión de que lo mejor es cancelar su o sus tarjetas, ahí es cuando inicia un calvario igual o peor que el que nos relatan padeció el mismísimo salvador de la humanidad.

¿Ha intentado usted alguna vez deshacerse del secuestro de una tarjeta de crédito? Pues más vale que cuando lo intente se arme de valor, paciencia y se haga a la idea de que va a perder mucho tiempo, horas pegado al auricular de un teléfono —si es que finalmente lo logra—, pues este trámite, única y exclusivamente se puede hacer por teléfono, ninguna sucursal del país de ningún banco atiende cancelaciones.

Después de que lo traen de una extensión a otra, de un interlocutor a otro (cada uno de los cuales le solicita interminables datos —“por su seguridad”—, si finalmente logra llegar a quien le habrá de cancelar, éste (a) inicia un proceso de retención a base de ofrecimientos para su monedero electrónico u otros beneficios que antes no le habían otorgado y en algunos casos hasta la retribución de la cuota anual (de entre 900 a dos mil 200 pesos anuales),

Así, millones de mexicanos pagamos hoy la falta de una cultura crediticia, al no leer “las letras chiquitas” en los contratos, lo que finalmente nos significa endeudarnos hasta el cuello.
 

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