Tal parece que en estos tiempos, modernos y convulsos, el matrimonio ya no es garante de felicidad, de embellecimiento del entorno de la pareja; somos testigos frecuentes de cómo, en relativamente poco tiempo, la vida matrimonial acarrea un sin numero de alergias, que provocan su rompimiento. Así lo confirma la frialdad de las estadísticas.Recién publico INEGI los siguientes datos que al respecto hablan por si solos: del año 2000 al 2015 el numero de divorcios aumento un 136.4% y los matrimonios disminuyeron, en el mismo periodo un 21.4%. Traducidos a cifras: en 2000 se celebraron 707 mil matrimonios y en 2015 disminuyeron a 558 mil. En lo que toca a divorcios en el año 2000 fueron 52 mil y en 2015 123 mil. La situación toma un giro aun mas contundente al saber que el 73.3% de jóvenes entre 15 y 29 años viven en soltería y en cuanto a las mujeres el 61.2 % esperan a los ahora míticos “príncipes azules”.Amen de la elocuencia de estas cifras, no debemos descartar el alto número de “uniones libres” que se han puesto de moda a manera de “ensayo del matrimonio”. Resulta que, pasados algunos años, pocos por cierto, la pareja termina por añorar más su condición de soltero que apostar a la incertidumbre del futuro.El notable incremento de divorcios y/o separaciones se ve influido por esa cultura de fingimiento y de mentiras que se ha instalado en el comportamiento de las y los “casaderos”, acarreando como consecuencia que las únicas opiniones que se atienden, o son las que emite el hombre o las que dicta la mujer, condición que termina por hacer sentir a la pareja extraños en su propia casa; bien afirma, el escritor y periodista Marco A. Almazán: “el matrimonio es como la historia de los países coloniales, primero viene la conquista y luego se sueña con la independencia”.Ignoro a partir de cuando se instalo la moda de que una vez terminada la ceremonia religiosa —rito católico— se despide a los novios con “cerrada ovación” igual de intensa que cuando se anuncia al poco tiempo el divorcio. Los 584 mil matrimonios realizados en el año 2015 podrán permanecer unidos para siempre si abonan a su vida en pareja a los eternos absolutos: la moral, las buenas costumbres, la razón y la fe en Dios, esa que proporciona a mujer y a hombre el estado de dicha infinita.El matrimonio es, ha sido y será una dura prueba, aumentada ahora con los profundos cambios culturales y de valores que se han instalado en la vida cotidiana y que en cierta manera consisten en una Babel de contradicciones; la finalidad del matrimonio no es solamente la perpetuación de la especie ni el disfrute de los placeres físicos y sociales; es armonía de sentimientos que persigue la espiritualidad y su constante elevación. Tan complicado resulta el matrimonio, mas en estos “ventarreonados” tiempos que ya lo dijo el poeta francés S. Y. Coleridge: “el matrimonio mas feliz seria el de un sordo con una ciega”. ¿Hasta donde llegara este fenómeno de moda que es más bien “ensayo de matrimonios”? la respuesta mexicana es: sabe.
