Jueves, 09 de Octubre 2025

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El sótano de Gerardo Arana

Por: Antonio Ortuño

El sótano de Gerardo Arana

El sótano de Gerardo Arana

Hace casi un año, en abril de 2012, murió en Querétaro el escritor, dibujante, profesor y tallerista literario Gerardo Arana Villarreal. Tenía 25 años de edad. Apenas un puñado de medios locales transmitió la noticia. Como suele suceder, para la mayor parte del mundillo cultural ajeno a la ciudad la tragedia pasó de noche. Pero no era cualquier creador, Arana. Supe de él meses después de su fallecimiento, al leer un poemario llamado Bulgaria Mexicali, publicado por el sello independiente Herring. Un texto impresionante ?amargo, irónico, emotivo?, uno de los mejores testimonios literarios que conozco sobre la ola de violencia bestial que ha sufrido este país en los últimos años y, a la vez, un juego de referencias literarias e históricas entre la poesía del zacatecano Ramón López Velarde y la del búlgaro Geo Milev. En esta misma columna, en diciembre pasado, lo propuse a los lectores como la primera entre una serie de publicaciones destacadas de 2012.

Más tarde, gracias a la generosidad de Horacio Lozano Warpola, un escritor cercano a Arana, he podido leer otros de sus trabajos, tanto de poesía como de narrativa, además de revisar material gráfico (realizado bajo el seudónimo de Saúl Galo) y algunos videos y remixes regados a lo largo de la web. No todos son trabajos tan redondos y precisos como Bulgaria Mexicali pero dejan en claro que el talento literario de Arana era mucho más que una “promesa” (categoría engañosa, que rebaja lo que pretende realzar).

En uno de los obituarios que la prensa queretana le dedicó, el poeta Luis Alberto Arellano, que fue su mentor, confiesa directamente ante la pregunta de un reportero preocupado por la inmortalidad literaria de Arana que no tiene idea de si su obra seguirá siendo leída en unos años. Cómo tener tal certeza en una época en que la lectura parece desvanecerse. Sin embargo, me atrevo a sugerir que un libro como Bulgaria Mexicali debería seguirse estudiando por sus méritos literarios y para entender mejor la época virulenta que vivimos. Lo mismo puede decirse de los cuentos contenidos en La máquina de hacer pájaros y de otros, que ahora mismo deambulan en la red, como “El sótano de Alfredo Musset” o “El whisky del barbero espadachín”, así como el interesantísimo experimento colectivo (firmado junto a Lozano Warpola y Antonio Tamés) de textos híbridos entre la narrativa y la poesía que habitaron originalmente un blog y luego fueron seleccionados en la antología Neónidas (Herring Publisher). Quedan, también, dos novelas inéditas que cualquier buen editor debería estar revisando ya.

Otros poetas muertos de manera prematura y fuera del reflector son aún leídos y discutidos (José Carlos Becerra, Mario Santiago Papasquiaro). El sello Herring ofrece descargar gratuitamente Bulgaria Mexicali y otros títulos de Arana y el resto de los Neónidas (en http://es.scribd.com/HerringPublishers). La oportunidad, pues, de redescubrir a Arana Villarreal está dada. El paseo por sus textos, lo aseguro, es formidable.
 

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