¡La noticia nos dejó de a cuarto! Lo mismo por su insensatez como por la prepotencia y falta de oportunidad podría suponerse que se trataba de una noticia propia del 28 de diciembre.Ahora resulta que el novel Instituto Nacional Electoral, ya de por sí bastante cuestionado por su falta de concordancia con el hipotético federalismo mexicano, ahora ampliará sus funciones a unidad deportiva. A lo mejor hasta la bautizan con el nombre de “Lorenzo Córdova”, su brillante director, reputado hace poco por su despectivo léxico para referirse a los indígenas mexicanos.La idea genial consiste en ofrecerles la oportunidad a todos los trabajadores de la dicha Institución —que cada vez son más— de que se relajen y bajen las tensiones que les ocasiona su duro trabajo. Los pobres se tienen bien ganadas instalaciones tales como canchas de baloncesto, de futbol rápido, de frontón y hasta de una alberca con su consabido salón de vapor y, a lo mejor, también de masajes. Es lo menos que puede hacer la patria con ellos, dado que, con los pingües salarios que perciben, los hemos acostumbrado a la buena vida.Claro está que, “como Dios manda”, en tamaña organización también hay clases sociales bien marcadas. Entre quienes trabajan en la sede de Tlalpan D.F. y los que se encuentran en la trinchera empadronadora de Zapopan, Jalisco, por ejemplo, hay una diferencia abismal no sólo en cuanto a la percepción económica, sino en cuanto a las instalaciones.Ello no importa. El señor Córdova se preocupa por quienes se hallan en la sede tlalpense, los de Zapopan y tantos otros lugares de la República Mexicana seguramente le merecen los mismos calificativos y epítetos que les endilgó hace unos meses a los indígenas del Estado de Hidalgo y que fueron grabados subrepticiamente y dados a conocer por algún malintencionado.El argumento que sustenta la magna obra que pretende construir el señor Córdova, es el de que pagan mucho dinero de alquiler por dependencias que tienen regadas por todas partes y que con el palacio del porvenir habrá un ahorro…También se dijo que centralizando las elecciones, mediante la desaparición de los institutos estatales habría un gran ahorro, pero el caso es que ahora todo el tinglado ha ido requiriendo de más y más dinero.¿Quién se lo va a creer? Pero, además, resulta que una institución que se identifica como “Nacional” debe estar en muchas partes. ¿Será que el hombre piensa concentrar en el Distrito Federal todas las oficinas que se hallan en las capitales de los estados?Ya hace tiempo que mucha gente sensata viene diciendo que el Instituto Nacional Electoral tiene que cambiar de dueño, pues, entre otras cosas, está claro también que al jinete no le responden las zancas y, por lo visto, tampoco está en condiciones de aprender a montar.
