Viernes, 26 de Julio 2024

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¡El fastidioso y sempiterno regalito!

Por: El Informador

Por: Xavier Toscano G. de Quevedo

Estamos apenas arribando a la segunda semana de este incipiente  año, y claramente advertimos que no existe el más mínimo interés de modificar los malos hábitos dentro de la fiesta brava – reiteradamente auspiciados y solapados por las autoridades y sus sequitos de paleros – que en las últimas décadas se han apoderado como un virus contagioso, del espectáculo taurino en nuestro país, convirtiéndolo en una inadmisible y aburrida parodia teatral de ínfima categoría.

Hoy la ideología y los conceptos en los que al parecer se tienen que involucrar obligatoriamente todos  los participantes de la fiesta en México, son de mostrarse en un total servilismo, tolerancia y elasticidad, principalmente las autoridades de las plazas, cuando están para dirigir los festejos taurinos, porque de no se conducen así, se les califica inmediatamente – obviamente por los funestos taurinos y los “honestos” jilgueros – como malos aficionados y personas que atentan contra la fiesta. Filosofía incongruente y absurda que es el caballito de batalla de los números mediocres que inunda y pululan  empantanados en su mediocridad, en nuestro país.

Hoy se ha convertido en algo muy normal y reiterativo, que las empresas, toreros y todos los actores del espectáculo, infrinjan despóticamente y sin que les inquiete en lo absoluto los reglamentos, además de mostrarse en una actitud – ya no de burla, ni de reto – sino que, más bien de una indiferencia grotesca, hacia todo lo que signifique autoridad, pensando quizás, que con estas sarcásticas maneras, se ganarán la simpatía y aprobación del muy escaso e irrisorio público, que actualmente asiste a las plazas.

Como una muestra – y existen en abundancias en nuestro territorio – de estas conductas burlescas, recordemos un episodio vivido en el último festejo del recién concluido año en la capital – que por cierto lo convirtieron los actuantes en tedioso y aburrido – cuando fuera ya de los tiempos que indica el reglamento, se le ocurrió a uno de los toreros regalar una res, con la excusa de buscar supuestamente el triunfo.

¡Ay, el sempiterno, desdichado y nefasto regalito! – “que únicamente logra restarle seriedad al espectáculo” – cuando se ha tenido la oportunidad con las dos reses, que les corresponden en el sorteo  que es lo previsto y lo que establece la tradición taurina, pero que además en éste caso, el primer astado dio un juego importante, con el que se le presentó a su lidiador, una excelente oportunidad para alcanza el triunfo… ¿Entonces?... Y esta es una constante en cada tarde, en cada festejo y en todas las plazas, en las que un nuevo público, poco enterado, desorientado y maliciosamente encaminado, ¡goza y se alegran!,  con el adverso y ventajoso regalito.

Actualmente el problema es claro y real, no hay el más mínimo  respeto a las leyes, tradición y cultura dentro de la fiesta por parte de todos los actores en el espectáculo taurino, y cada día que transcurre, en todas las plazas, sin distinción de ciudades y poblaciones, con la actitud mostrada, vienen convertido los festejos en escenarios absurdos e incoherentes y fuera de todo contexto, que en nada se asemeja y tiene que ver, con una autentica y digna fiesta brava.

Vivimos en un total relajamiento y abandono por parte de las autoridades,  que no quieren involucrarse en la fiesta, no obstante ser su obligación, mostrando en apariencia mucho temor o apatía, que es aprovechada libertina y astutamente por las empresas y actores. Quizás el problema radica en que no se ha entendido todavía que la libertad no radica en querer actuar como nos plazca, sin que consista en cumplir ordenadamente con las leyes y reglamentos que nos rigen, ¡aunque algunos piensen lo contrario!             

En nuestro Espectáculo Taurino, el desorden prolifera en cada tarde, se anuncian los carteles con la idea de llevarlos a cabo a su libre y caprichosa voluntad y como a ellos les satisfaga: con reses inadecuadas, desordenes en la lidia – “fastidiosos e inapropiados regalitos todas las tarde” –  reiteradas violaciones al reglamento, con serviles comparsas en los palcos de autoridad, y todo esto bajo la tutela desafiante de las empresas.   

Con tantas incoherencias, y anomalías que aquejan a nuestra fiesta,  es incuestionable y obvio que las plazas estén absolutamente vacías, ¿a quien puede interesa un espectáculo así?  Vamos iniciando un nuevo año, algún día podrán aceptar que ya se excedieron en tantas anomalías, y que la salvación del espectáculo solamente podrá lograrse, con la única fórmula infalible: la presencia en los ruedos de su Majestad, El Toro Bravo.
 

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