Decía el ex canciller Jorge G. Castañeda que la credibilidad hay que ir por ella a donde esté. Cuando los gobiernos tienen la confianza de los ciudadanos las políticas se aplican sin mayores costos asociados, pero cuando no hay confianza hay que salir al mercado y traerla; lo que cueste es más barato que la desconfianza.Eso es lo que nos está pasando con el tema del agua en Guadalajara. Hemos llegado a tal nivel de encono y de falta de credibilidad entre los “expertos” que nada es creíble. Lo pongo entre comillas porque no es que no tengan conocimiento, al contrario, datos es lo que les sobra, pero los usan en función de visiones e intereses facciosos o particulares. El que la Universidad de Guadalajara haya usado por más de 20 años el tema del agua como moneda de cambio para gestionar presupuesto terminó matando la credibilidad de la institución de conocimiento más importante en esta materia.Hoy día en lo referente a la presa El Zapotillo no hay datos confiables. Insisto, no es que no haya datos, información sobra, pero ninguno de los dos grupos en disputa es confiable para el otro: ni los expertos de la UdeG, acompañados de algunos miembros del observatorio y defensores ex oficio del Lago de Chapala, llamados por los de enfrente “los talibanes del agua” porque viven aferrados a sus creencias dogmáticas, ni los ingenieros que llevan años gestionando los temas hidráulicos en el Estado vinculados a las instituciones, llamados por los otros “el cartel del agua” porque han controlado las instituciones y la construcción de infraestructura por lustros. Ninguno está ya dispuesto a escuchar al otro. Vuelvo a citar a Jaime García Elías que, en aquel memorable programa de radio Metrópoli “Entre bromas y veras” con Enrique Flores Thitschler, sentenció; para salvar Chapala había dos soluciones, la técnica y la milagrosa; la milagrosa es que los expertos se pongan de acuerdo, la técnica es rezarle a la Virgen de Zapopan.Como el Gobierno no puede esperar el milagro de que los talibanes y el cartel se pongan de acuerdo, y tampoco está comprobado que la solución técnica funcione en el río Verde (pues buena parte de la cuenca es jurisdicción de la prima de San Juan de los Lagos) hay que recurrir a una tercería, en este caso una agencia de las Naciones Unidas para Proyectos y Servicios (UNOPS por sus siglas en inglés). No han faltado las manifestaciones de molestia y argumentos en contra: Nadie conoce las cuencas de Jalisco como los jaliscienses que llevan años estudiándolas; sí, es cierto, pero los expertos están vinculados a intereses que van más allá del agua y el conocimiento técnico. Van a usar nuestra información para decirnos lo que ya sabemos; sí, sin duda, esa es la chamba de un asesor, pero nos van a ayudar a que la veamos y la leamos de manera distinta. Nos va a costar muy caro, sí, carísimo, más de 4 millones de dólares que podrían servir para muchas cosas, entre ellas llevar agua a colonias que no la tienen, pero ese es justamente el precio de la desconfianza. Una desconfianza a la que todos, unos más otros menos, pero todos, los medios, los empresarios, las universidades y los políticos, hemos contribuido.Llegó la hora de pagar la cuenta de la irresponsabilidad.