La renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas al PRD es un golpe terrible a la credibilidad del sol azteca. Ya hacía rato que “el Ingeniero”, como le dicen sus allegados, no estaba cómodo en el partido que él formó en 1989 en medio de la gran batalla por la democratización en México. La poca respuesta, quizá pactada, a la reforma energética por parte del PRD fue un duro golpe al hijo del nacionalizador del petróleo y creador de Pemex; la actuación del PRD en el caso Iguala fue al parecer la gota que derramó el vaso. Cuauhtémoc Cárdenas es una de la personalidades más interesantes de la política mexicana de los últimos 30 años. Intentó tres veces, en 1988, 1994 y 2000 llegar a la Presidencia de la República, y en 1997 fue el primer jefe de Gobierno electo del Distrito Federal. En 1988, como candidato de un frente de partidos enanos puso, literalmente, a temblar al sistema. Si ganó o no es a estas alturas una cuestión de fe, pues no hay manera de demostrar una cosa porque convenientemente se quemaron las boletas (lo cual hace pensar que efectivamente ganó). Pero el gran logro de aquella batalla de 1988 fue unificar a la izquierda y ponerla en un nivel democrático competitivo. En torno al “Ingeniero” se aglutinaron las más diversas corrientes: El Partido Popular Socialista (PPS) que había fundado Lombardo Toledano; El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) donde se habían refugiado ex militares revolucionarios que no tuvieron cabida en el PRI; el PMS, que era para entonces la suma del original Partido Comunista Mexicano (PCM), con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de los troskistas, y el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) de Heberto Castillo; y, finalmente al Partido Socialista de los Trabajadores (PST), luego reconvertido en Frente Cardenista de Reconstrucción nacional (PFCRN) que aglutinaba a la izquierda pragmática. Más allá del boquete que hace al PRI con la creación de la Corriente Democrática y su posterior salida del partido que lo vio nacer, reunir a todas estas izquierdas bajo un solo logo, un solo liderazgo y una visión democrática fue sin duda el gran aporte del “Ingeniero” a la transición pacífica de este país. El de Cárdenas es un liderazgo adusto, sereno, a veces firme hasta la terquedad, pero coherente y respetado como pocos. En momentos como los que vive el país la voz del “Ingeniero” puede ser una de las pocas que serenen los ánimos y eviten que las pasiones se desborden. Su salida del PRD es sin duda un duro golpe para el partido del sol azteca, que a estas alturas ya no siente lo duro sino lo tupido, pero el anuncio de que actuará políticamente desde la sociedad civil es una buena noticia para el país. Fuera del PRD el “Ingeniero” puede convertirse en una especie de punto de encuentro para regresar al país a la senda de la serenidad y el diálogo. Ojalá así sea.