Querer llamarle “Centro Histórico” al Centro de Guadalajara fue una de las razones de su decadencia. No se olvide: nombre es destino. Obviamente se entiende el término. Pero para mucha gente, llamarle “histórico” a algo lo convierte instantáneamente en objeto de vitrina, de museo empolvado e inaccesible para cualquier uso que no sea contemplarlo con una mezcla de curiosidad y conmiseración (en el mejor de los casos). “Histórico”: ya pasó, ya no es vigente, ya no se puede usar.Claro que es histórico el Centro. Pero es como llamarle “funcional” a un simple teléfono público: claro que es funcional, pero el adjetivo es redundante, y estorboso. O llamarle “catedral histórica” a Catedral. Lo del Centro es más grave. Llamarle al nodo neurálgico de la ciudad “histórico” automáticamente lo segrega de la vida real y cotidiana en el imaginario de mucha gente. Así que será, simplemente, el Centro, o en todo caso, el Centro metropolitano.Van algunos datos duros, provenientes del Patronato del Centro (histórico): Existen tres mil fincas de valor patrimonial en el perímetro A del Centro. De ellas 600 “se cuidan solas” gracias a usos vigentes y a cuidados institucionales ya establecidos. Hay unas escasas centenas en buen estado gracias a que sus propietarios son conscientes de su valía y les dan usos adecuados. Pero hay aproximadamente dos mil fincas (66%) al garete, en el deterioro y el riesgo.Dos mil. Un escándalo. En mal estado, algunas cayéndose, subutilizadas, desperdiciadas. Con miles y miles de metros cuadrados vacíos y susceptibles de ser aprovechados por ejemplo en dar habitación a muchas pobres gentes que trabajan en el Centro y pierden a diario pedazos cada vez más grandes de su irrecuperable y precioso tiempo en desplazarse a periferias cada vez más lejanas.Por eso, la sugerencia es que el Gobierno de la ciudad haga una convocatoria destinada a los inteligentes (a los que le entienden o pueden entender, a los que le inteligen). Apoyos legales, técnicos, arquitectónicos, estímulos económicos vía el predial y otras alternativas, campañas de difusión, mejoría básica de los entornos céntricos (como quitar a los ambulantes nocivos o como ordenar banquetas y espacios públicos, cosas que ya se están haciendo, afortunadamente).Ante una convocatoria así, los propietarios reaccionarían al fin: estarían dispuestos a invertir, a arriesgar e innovar actualizando el uso de sus fincas a cambio de un rendimiento razonable. Y miles y miles de habitantes de la ciudad reaccionarían descubriendo que no solamente pueden vivir en el centro, sino que al vivirlo tendrían numerosas ventajas reales y concretas.¿Quién ganaría al final? Los inteligentes. Empezando por la ciudad, siguiendo por millones de habitantes de Guadalajara que así recuperarían un Centro decente y atractivo (recuérdese el turismo), los nuevos habitantes de la demarcación, los propietarios.Pero hay que empezar por quitarle las telarañas mentales al concepto de Centro. Hay que obtener una actitud propositiva y creativa de todas las autoridades concernidas. Hay que tener voluntad política, apertura, arrojo. E inteligencia.