Viernes, 26 de Julio 2024

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¿Cuántos por amor al toro?

Por: El Informador

Por: Xavier Toscano G. de Quevedo

Han transcurrido 84 años desde aquel octubre de 1930 cuando en la capital del país, se reunieran por primera vez 12 ganaderos para formar una asociación que nombraron “Unión de Criadores de Toros de Lidia A. C.” con el propósito de resguardar sus intereses  y muy preocupados además, por tratar de mejorar sustancialmente la calidad del toro de lidia en México.

Al inicio de un nuevo año, es ya una costumbre que para los últimos días del primer mes, los ganaderos que crían al toro bravo, lleven a cabo su asamblea anual, en la que además de su convivencia, deberían tratarse puntos importantes y de trascendencia, y con más razón en estos tiempos tan difícil, nebulosos y de incesantes ataques en los que esta inmersa nuestra fiesta.       

Para esta ocasión se eligió la bella Tlaxcala, para la realización de su asamblea, que inició sus trabajos con las palabras de bienvenida y congratulación del gobernador del estado, Mariano González Zarur —por cierto, también  ganadero— teniendo como marco reluciente el Teatro Xicoténcatl. Como lo establecen sus estatutos, para éste año no correspondía el cambio de mesa directiva, por lo que muy probablemente lo que marcó más relevancia fue la participación de un grupo de jóvenes ganaderos encabezados por Mariana Llaguno.  

Su participación fue bien recibida, son el futuro de nuestra cabaña brava, su entusiasmo por nuestra fiesta y su lucha por preservarla de tantos y continuos ataques, son seguramente un importante ejemplo;  para tantos “taurinos” que se dicen ser apasionados seguidores del espectáculo taurino, y que fuera de ser simples parásitos y zánganos vividores, nunca hacen nada por defenderla.  

En ningún momento, debemos olvidar que definitivamente el elemento más importante es su majestad el toro bravo, eje central y único de la fiesta, sin él jamás hubiera existido esta mágica, misteriosa y sublime representación de drama y triunfo, de radiante colorido y brillantez, capaz de cautivar y llegar a lo más profundo de nuestro ser, convirtiéndose además —aunque algunos no lo entiendan— en musa de inspiración para todos los que viviendo el encanto del toro bravo, han sido capaces a través de su historia, de crear extraordinarias y sublimes obras de arte.

Es así, que sin toros no hay fiesta, por lo que la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia realiza un papel fundamental en el desarrollo del espectáculo taurino, de nuestro país. Son ellos los creadores de la materia prima de la fiesta, cuya historia se ha forjado a través de los años por grandes familias que han dejado escrito sus nombres con letras de oro en los anales de la fiesta.

Recodemos a la familia Barbabosa en el Estado de México, con sus ganaderías de Santin y San Diego de Los Padres. En el estado Tlaxcala la familia González, que por el año de 1856 iniciara  su historia ganadera con José María González Muñoz en la hacienda de San Mateo Huiscolotepec, mejor conocida como Piedras Negras, y que por cierto, es la única casa ganadera que continúa en manos de la misma familia.

En nuestro vecino estado de Zacatecas, fue cuna de la familia Llaguno, donde Antonio Llaguno González, funda a la edad de 20 años, la casa ganadera que con el tiempo —aunque en contra de su voluntad— sería la cuna y madre de la mayor parte de las vacadas actuales. Y aquí en nuestro estado, recordemos a los hermanos Francisco y José Madrazo García Granados fundadores de la dehesa de La Punta, con su encaste Parladé–Gamero Cívico cuya historia será muy difícil de igualar.

¡Qué señores ganaderos, y todo lo que realizaron únicamente por amor al toro bravo! Cada quien con sus propias ideas e imprimiendo  su personalidad a sus toros, pero siempre cuidando con esmeros el principio básico e imprescindible de la bravura y que hoy tristemente vivimos en un espectáculo de unas reses que de bravura ya guardan muy poco.

¿Quién hoy se emociona realmente con el espectáculo que se ve en nuestras plazas? Muy prudente sería que aceptaran, reconocieran y se examinaran aquellos ganaderos que en la búsqueda de un “toro” para el agrado de los toreros, han convertido a nuestra fiesta, en un espectáculo tedioso, en el que es alarmante ver, cómo se han ido alejando de las plazas los aficionados y el público.

¿Cuántos ganaderos realmente aman al auténtico toro bravo?, hoy interrogación complicada de responder. Sin embargo, estamos seguros que si quedan muchos criadores que con esfuerzo y orgullo, pugnan por ver en los ruedos, la presencia de su Majestad, El Toro Bravo.
 

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