Hay una fotografía que se hizo viral en Internet en la que dos autos intentan entrar al mismo carril único al mismo tiempo y, claro, terminan chocando. Ninguno logró su objetivo de llegar antes, todo lo contrario. Echaron a perder su día, tal vez sufrieron alguna herida más o menos grave. Incluso es posible que el problema financiero generado por el choque haya sido de solución difícil para uno de ellos o para ambos. Lo peor de todo es que ninguno tenía la necesidad de llegar antes del otro, solo las ganas irracionales que a todos nos afecta eventualmente y que despierta nuestro lado competitivo, ese en el que no podemos soportar llegar en segundo lugar, hasta cuando no estamos en una competencia. Pese a ser comprensible el comportamiento, puede y debe ser evitado con una medida muy simple: tomar nuestro carril a tiempo.Vemos con frecuencia una larga fila de coches para salir de una avenida y de la nada aparece alguien que se cree más listo que los demás, rebasa a todos y entra justo antes de salir, sea porque alguien lo dejó entrar o porque agresivamente se abrió paso. Esto es equivalente a no respetar la fila en el banco o en el supermercado para llegar antes a la caja, sin importar que los demás estén esperando pacientemente su hora, es decir, es una falta de educación y respeto a los demás. Ese tipo de comportamiento puede, eventualmente, generar reacciones desagradables, hasta violentas, lo que obviamente puede ser peligroso.Si hacerlo en esas circunstancias es poco recomendable, el cambio de carril cuando los autos están en movimiento es aún más peligroso y debe ser una maniobra medida y poco frecuente. Al hacerlo hay que señalizar a los demás nuestra intención, previniéndolos del movimiento que estamos por ejecutar. Claro que si esperamos que los demás tengan la delicadeza de hacerlo, debemos también tener la decencia y sentido común de dejarlos pasar cuando ponen la luz indicadora de dirección, en lugar de asumir que el carril en que circulamos es nuestro territorio particular y que solo nosotros tenemos derecho de andar en él, cerrando el paso a cualquiera que intente invadirlo. Llegar bien es más importante que llegar antesLa regla de convivencia en el tránsito no es llegar antes, como puede parecer a algunos, incluso a nosotros mismos que en más de una ocasión nos dejamos llevar por ese sentido de competencia. Circular por las calles no debe ser encarado como una carrera en que el que llega antes recibe una enorme copa, una botella de champaña y los aplausos de la multitud. La única regla es llegar sanos y salvos a nuestro destino, de preferencia sin haber perjudicado a nadie más en el proceso. Con mucha frecuencia esto significa dejar pasar al otro, aceptar el segundo, tercero o último lugar. Si todos lo aceptamos, todos seremos ganadores. Porque el comportamiento cortés ayuda en la fluidez del tráfico. Si tapamos el cruce por no tener la paciencia de esperar la siguiente luz verde, estamos contribuyendo a generar un embotellamiento más. En algunas ciudades menos grandes y más civilizadas, donde en lugar de un semáforo hay la sana y feliz forma de que pasa un coche de un lado luego uno de otro, sin necesidad de una luz que determine cuándo pueden o no cruzar, la vida es más placentera y menos peligrosa. También contribuimos si no estacionamos en una vía rápida, quitando un carril de circulación en esa arteria.Pero si no hacemos nada de eso, debemos al menos aprender a respetar nuestro carril y cambiar al siguiente con cuidado y con tiempo, de preferencia algunas cuadras antes de la que vamos a dar vuelta. La tecnología está buscando ayudar. Algunos autos en el mercado ya cuentan con sistema de prevención de cambio involuntario de carril, que sirve para combatir eventuales distracciones, pero también para mostrarnos la verdadera importancia esa maniobra, que no muchos saben medir.Si tan solo hacemos esto, tomar nuestro carril a tiempo, habremos dado un gran paso hacia una convivencia más educada y armoniosa.
