Dice un curioso personaje de un libro que está por salir, que los borrachos son los únicos seres que entrarán directamente al reino de los cielos, pues ellos pagan puntualmente y de contado el castigo por todo lo que tomaron el día anterior. No hay pues necesidad de purgatorio, pues la pena se purga in situ. De hecho, la Biblia no condena a los borrachos, antes bien los compadece, y ninguno de los 10 mandamientos dice “No beberás”. Tampoco está entre los pecados capitales: está la gula, pero no la libazón. Existe una virtud para combatir la gula. Se llama templanza, pero no para combatir la borrachera, quizá porque la lista sería tan larga como remedios hay para la cruda.El uso de la palabra cruda para definir el estado post embriaguez es una verdadera curiosidad. No se usa en todos los países de habla hispana, sino sólo en México y algunos países de Centroamérica. No está claro el origen o a quién se le ocurrió relacionar el estado de penitencia en que se encuentra un personaje después de la fiesta con la palabra crudo. Algunos lo atribuyen al color pálido de quien está postrado sufriendo los estragos del día anterior, parecido al de una tortilla cruda. Otros dicen que tiene que ver con el regreso a la cruda realidad. Es probable que la verdadera explicación no sea ninguna de éstas, pero en cualquier caso ese sentimiento de estar convertido en una bola de carne amorfa hace que cuando uno está crudo realmente se identifique con la palabra.Los españoles le dicen resaca, que tiene que ver con el regreso doloroso a la realidad. Los argentinos, quemado, por el estado en que se encuentra el individuo. En otros países de Centro y Sudamérica se le dice goma. Pero también guayabo, caña, ratón. Los franceses dicen gueule de bois, que significa algo así como jeta de madera, en referencia a la resequedad de la boca y ese sentimiento de tener un pedazo de madera en lugar de lengua. Los gringos le llaman hangover, que refiere a lo que quedó de antes o del día anterior. Algunas leyendas vinculan esta palabra con el hermano borracho de George Washington, pero en realidad la palabra comenzó a usarse hasta finales del siglo XIX. Pero siempre es bueno saber que hasta en la casa de Washington se tomaba en serio.Tan no es pecado la borrachera, que los dioses, que entienden bien que la cruda es en sí misma una penitencia, han dispuesto los mejores manjares, para ese momento de transfiguración que llamamos “regreso a la vida”: torta ahogada, caldo de mariscos, aguachile de callo de hacha, menudo, birria.Ahora que, si realmente quiere sentirse culpable, basta con que pregunte qué tantas barbaridades dijo durante la borrachera y a quién. Contra eso no hay remedio.