GUADALAJARA, JALISCO (21/SEP/2013).-Todos conocemos al menos una historia parecida a la de la señora simpática, que tiene su tiendita de abarrotes, que en la hora del cambio siempre se equivoca. Ella se disculpa, le echa la culpa su edad y a su poca habilidad matemática, pero hay algo frecuente con sus “errores”: siempre son a su favor. Pasa algo parecido con las computadoras que miden el consumo de combustible de los vehículos. Gastar poco es una de las cualidades más apreciadas en los autos. No importa si el propietario tiene un Tsuru de los 90 o un flamante Mercedes-Benz SLS “Alas de Gaviota” 2014, todos quieren que su auto gaste la menor cantidad de gasolina posible. Lo curioso, es que la mayoría está dispuesta hasta a perder dinero por esto. En Europa, el costo de la gasolina es muy alto. En Alemania, uno de los países donde el combustible es más caro, el costo por litro de gasolina Premium de 95 octanos es de cerca de 30 pesos. El diesel, sin embargo, es un poco más barato (menos caro está mejor dicho) y cuesta, en el mismo país, alrededor de 26 pesos (precio a julio de 2013). Suena interesante comprar un diesel, por supuesto, pero el detalle es que un auto que usa diesel para moverse cuesta alrededor de 10% más que uno equivalente que use gasolina. Para que valga la pena económicamente, hay que rodar muchos kilómetros. Así que o eres taxista, vendedor, demostrador o andas mucho por carretera o pasarás mucho tiempo con el mismo auto, lo que no es común. En resumidas cuentas, en muy pocos casos vale la pena comprar el auto que gasta menos combustible. Sin embargo, la gente lo sigue comprando porque es agradable la sensación de frecuentar menos veces las estaciones de servicio y/o de desembolsar menos dinero para llenar el tanque. Optimismo electrónico Las computadoras de los autos que ofrecen lectura del consumo de combustible, toman en consideración la distancia recorrida y la cantidad teórica de combustible usado, normalmente con base en el número y duración de las pulsaciones de los inyectores. Debería ser preciso, pero en la práctica, no lo es. En este momento, tenemos para prueba de mediano plazo el auto más económico en gasto de combustible (aunque para nada en precio) a la venta en México: un Toyota Prius. Su computadora con frecuencia nos dice que el auto gasta entre 20 y 21 km/litro en ciudad, pero en la práctica, nos da entre 18 y 19 km/litro. Y esta, lo hemos visto a lo largo del tiempo, es una de las computadoras menos “optimistas”. Hay en México un sitio de Internet que ofrece el consumo estimado de los autos a la venta en el mercado: www.ecovehiculos.gob.mx. En esa página podemos encontrar lo que buscamos con relación al consumo, sin embargo, hay que tener en cuenta que ese consumo es oficial, es decir, es el informado por los fabricantes a las autoridades, una cifra muy lejana a la realidad, sólo conseguida en laboratorios. Es una información útil como herramienta comparativa porque nos permite ver que un Chevrolet Spark tiene un consumo teórico de 17.57 km/litro en ciudad, mientras que un Nissan Versa manual logra 15 km/litro. Son números, repetimos, teóricos, conseguidos en laboratorios, en condiciones imposibles de repetir en la vida real. La forma más precisa de calcular el consumo de combustible de nuestro auto es llenar el tanque; poner en ceros el odómetro parcial; circular de preferencia al menos medio tanque; volver a llenar el depósito, de preferencia en la misma gasolinera y en la misma bomba de antes y ahí dividir los kilómetros recorridos por los litros que cupieron. Por ejemplo, si fueron recorridos 100 kilómetros y entraron 10 litros, 100 entre 10 igual a 10, es decir, el auto en cuestión logra 10 km/litro. En la vida real, un Tsuru difícilmente logrará 12 km/litro en ciudad. Un Civic híbrido con trabajos llega a 15 km/litro. El dueño de una Suburban saltará de felicidad si consigue más de 5 km/litro en zona urbana. Cualquier otra cuenta, se parece a la matemática de la señora de la tiendita.