Hace algunos años ya, un inspirado pero cándido periodista (hablo, me temo, de mí mismo) describió al lobby del hotel más antiguo de la zona adyacente a la Expo (cuyo nombre no hemos de mencionar aquí, pero es conocido por todos) como “el secreto corazón de la Feria del Libro”. En ese lobby, abierto, plural y cómodo, se dieron cita, por años, una buena parte de los escritores, editores, agentes, scouts y periodistas asistentes a la FIL. Allí se sentaron a conversar, a entrevistarse y a beber. Muchos libros destacados en las letras mexicanas de los decenios recientes se platicaron, ofrecieron y contrataron en ese lugar. Vaya: aunque fuera como punto abstracto de reunión, decenas de asistentes de primera nivel se encontraron allí por años, para resolver sus asuntos en común o, ya de perdida, para tomar un taxi y marcharse a comer a alguna parte. Pero ya nada es como antes. Aunque aún es posible ver, por momentos, a muchos de los personajes de la FIL en ese lobby, la construcción de un restaurante cerrado (en lugar del bar abierto) y la retirada de buena parte de las mesitas de espera del otro restaurante mató la posibilidad, que tanto se aprovechaba antes, de encontrarse a quien fuera allí, como por casualidad y sin necesidad de cita. De sitio de encuentro multitudinario, azaroso y feliz pasó a lugar formalito en el que se necesita reservación o se queda uno de pie. Y no es lo mismo, claro.Este no es el único cambio. La propia área de exposición de la Feria se ha transformado también. La fusiones editoriales , la aparición de nuevos sellos y el ocaso de otros, cambiaron el mapa tradicional. Algunas editoriales se vieron exaltadas a lugares principales y vistosos. Otras, por el contrario, se sumergieron en lo profundo de los pasillos. O, sencillamente, dejaron de estar allí y alguien más tomó su lugar.El último punto es, quizá, el más notable: el programa ya no se parece en nada al de hace algunos años. Tantas figuras cimeras de la escritura y la edición en lengua española fallecieron o se jubilaron en los años recientes que el menú se ha renovado casi totalmente. El tiempo no perdona. Como dijo Gerardo Deniz: el tiempo verifica.
